Una cena contraria, un banquete de espantos

Martirio de San Juan Bautista

Para el día de hoy (29/08/12):

Evangelio según San Marcos 6, 17-29

(Ante todo, es menester no olvidar los orígenes de Juan, llamado el Bautista: era un hijo my tardío y milagroso de la anciana Isabel y el sacerdote Zacarías.
Desde su misma gestación intuían que ese niño sería muy especial, y que la mano de Dios estaba con él. Ya en el vientre de su madre supo festejar la presencia en ciernes de Aquél que su pueblo añoraba y que se crecía en el seno de aquella muchacha nazarena, María.
Su madre también saludaba con una alegría inenarrable la presencia de la mujercita galilea; su padre, luego del silencio y encendido del Espíritu, supo cantar con voz fuerte a ese Dios que nunca se olvida de los suyos, y que ahora intervenía directamente en la historia humana.
Y su hijo tendría un rol decisivo en el cumplimiento de esa promesa inquebrantable.

La Salvación iba siendo tejida en la historia desde las mujeres y a partir de dos niños, Jesús de Nazareth y Juan de Ain Karem.

Ese niño creció en Gracia y sabiduría, y tendría por misión allanar el camino del Esperado.
Y como los compromisos verdaderos no admiten medias tintas, ya hombre cabal es una voz encendida en el desierto, ajeno a ambición material, confiado totalmente en la Providencia y absolutamente distante de cualquier estructura de poder. Se viste con pieles de animales del desierto, se alimenta de frutos silvestres.
Es un profeta con todas las letras, es decir, es portavoz de Dios: su misión es un anuncio de confianza y esperanza, pero también denuncia de todo lo que es ajeno y contrario a ese Dios que lo sostiene y por el que vive.

Un hombre así es molesto y peligroso porque jamás bajará el tono, porque aunque lo acorralen amenazas y lo ensombrezca el miedo no retrocederá un paso, ni habrá nada que lo haga desviarse de su misión.
A través de la historia y en nuestros días siempre habrá con nosotros muchos Juanes, mujeres y hombres fuertes como árboles nobles, soles en nuestras noches a los que nada ni nadie podrá quebrantar. Porque todo se decide en la fidelidad.

Ese Niño que había conocido desde el seno materno inauguraría el Reino, tiempo de Gracia y Misericordia del Dios con nosotros. Él se sentaría a la mesa con aquellos que nadie -nunca- invitaría, en ágapes de liberación e inclusión en donde la vida se celebra, se expande y se agradece.

Sin embargo, los poderosos tienen otro tipo de cenas, unos banquetes acordes a sus ambiciones.
Son mesas en donde rezuma la corrupción, donde abunda una sensualidad torpe, donde reinan las apariencias, donde se decide la muerte de otros sin demasiadas especulaciones.
Probablemente, el escenario se nos aparezca hasta grotesco: lo que importa es que allí, en ese banquete cruel, se decidirá que el Bautista debe morir, que debe ser acallado, sin importar tanto los motivos.

Al hombre de Dios se lo pretende aniquilar allí en donde cuenta más el parecer que el ser.
Pero ni la muerte ni la violencia pueden silenciar a los profetas, porque la voz de Dios no puede ser silenciada, ni se puede tampoco acotar la mesa inmensa y fraterna de Jesús de Nazareth, nuestro hermano y Señor.

Hoy es el memorial del martirio de Juan el Bautista, y debería ser para nosotros también memorial de tantas mujeres y hombres fieles hasta el fin, que nunca se callaron, que jamás hablaron en voz baja por el miedo, que permanecieron fieles con todo y a pesar de todo.)

Paz y Bien




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