Éxitos y garantías


Para el día de hoy (05/08/12):
Evangelio según San Juan 6, 24-35

(La multitud buscaba, ansiosa, a Aquél extraño rabbí galileo que les había dado de comer en medio de la nada; querían la resolución mágica, el beneficio inmediato. En realidad, no se atrevían a subir la empinada escalera de la fé: se detuvieron en el escaso escalón de la superstición.

Pero así como el Dios vengativo y castigador de los fariseos se les hacía lejano e inaccesible, intentaban fabricarse a un dios acorde a sus expectativas, útil para sus necesidades y piadosamente manipulable. Aparentemente, el Dios de este nazareno se les asomaba de ese modo. Tenían hambre, quedaban saciados. Sufrían padecimientos, quedaban curados, ¿qué mejor?.
La idea era no enojar a ese dios, quedar bien con Él -no fuera que se enoje y no cuenten con sus favores- y, también por ello, en sus ánimos estaba entronizar como rey a ese profeta de milagros inmediatos.

En cierto modo, se quedaron con la espectacular multiplicación de los panes, y renegaron o no quisieron escuchar ese mensaje de un Reino que irrumpe en la historia por pura bondad, y a ese Mensajero de palabra nueva que cuestiona desde el amor la falta de pan, la exclusión, la justificación de todo sufrimiento, la resignación.

Por eso, cada vez que las multitudes de todo tiempo buscan a un proveedor milagroso, a un sanador instantáneo, a una fotografía desdibujada del Salvador Crucificado, Él se vá a la otra orilla.
Llegará siempre antes que nuestras ansias de éxito y esas ganas de transferirle todo al Dios lejano de nuestra imaginación para que resuelva todos los entuertos, graves o sencillos.

Pero es el tiempo asombroso de la Gracia, urdimbre de Dios y el hombre.
No se trata de creer en acciones, en señales increíbles, en leyes ni en doctrinas.
Se trata de creer en Alguien.

Ese Alguien es el único que nos garantiza la saciedad de todo hambre, de las necesidades básicas faltan y que a tantos agobian, y de esa necesidad tan humana que trascender, de ser mucho más que tiempo.
Y Él nos garantiza que no nos falte jamás ese hambre que nos movilice, nos haga hermanos, un hambre de paz y justicia.

Él mismo se hace pan para nuestro hambre, pan de vida, pan definitivo, pan vivo)

Paz y Bien

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