Cuestionamientos

Para el día de hoy (19/02/11):
Evangelio según San Marcos 9, 2-13

(A veces sucede, especialmente en momentos de oración y contemplación, en la soledad de un encuentro que es donación, en lo alto de nuestra pequeñez.
El Maestro se nos muestra tal cual es, resplandeciente en su humanidad, deslumbrante en su condición divina.
No hay demasiadas interpretaciones ni razonamientos: se trata ante todo de vivirlo plenamente, de dejarse invadir por esa luz, de animarse a verlo y mirarlo en su realidad única, de tomar el coraje de deslumbrarse.

Es claro, no es un acontecimiento usual; es un hito en nuestra existencia que es a la vez maravilla y despertar de una larga noche, ojos plenos de asombro y preguntas que se nos agolpan a las puertas del alma.
Porque la verdad profunda de Jesús cuestiona todo preconcepto, toda idea que se imponga y no se viva corazón adentro y, como agüita fresca en nuestros desiertos, socava todo aquello que nos impide vivir en plenitud.

También es claro que ello implica ciertos niveles de coraje, de derrotar a esos enemigos primeros que nos suelen sitiar la vida: el miedo, el egoísmo y la soberbia.
Pues cuando el coraje se hace ausente, y es tiempo de bajar de la montaña de la comodidad al llano fangoso de las miserias del mundo para cambiarlo, para que se vuelva trigal, nos sucede lo mismo que a Pedro: unas ganas irresistibles de instalarnos y quedarnos allí, junto a Él.

Quizás -en este sábado gris aquí en este sur, y en todo sitio también- sea dable suplicar que Él se nos transfigure, aún cuando nuestros ojos no sean del todo capaces. Hay un Salvador que está allí mismo, que resplandece en el rostro del pobre, que nos deslumbra desde la mirada de los niños, que se nos descubre desde los que amamos, Dios mismo entre nosotros a diario.
Y habrá entonces que dar el paso, y cuestionarse esas fotografías que nos hemos inventado, un photoshop de las cosas del Reino, retoques de imágenes falsas y desdibujadas hechas para quedarnos en la seguridad de nuestros errores y nuestros conceptos tan consistentes como la arena.

Porque Él ha venido, está entre nosotros, está por nosotros, está en nosotros y nos acompañará siempre, aún en esos descensos al llano de lo incierto y lo peligroso)

Paz y Bien

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, es verdad en esos momento de intimidad con el Señor hemos de vivirlo y dejarnos transformar por Él gracias por este compartir unidos en oración

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Lourdes, hay algo que desde lo que publicas en tu blog yo que podido recuperar: que la oración es más escucha que palabras repetidas, que es esa capacidad de oír y escuchar lo que Él quiere decirnos siempre, cada día, a cada instante.. o sólo estar junto a nosotros,
Paz y Bien
Ricardo

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