Para el día de hoy (26/06/17)
Evangelio según San Mateo 7, 1-5
La liturgia de hoy nos ofrece la enseñanza de Jesús de Nazareth acerca del juicio hacia los demás, y a partir de allí, de nuestra relación con Dios. Sin embargo, cobra sentido pleno cuando se medita en el horizonte de la vida comunitaria, pues es allí en la comunidad en donde únicamente se puede vivir en plenitud la Buena Noticia.
Tiene que ver con la capacidad de tener una mirada transparentemente recíproca hacia el prójimo, reflejo de un corazón que descubre a su Dios en el rostro del hermano. Tiene que ver con desterrar la crueldad de los preconceptos, de conocerse y re-conocerse por esta única condición filial antes que por cualquier otro motivo. Significa vivir y dejar vivir, pero ante todo con-vivir.
En una comunidad en donde los hermanos tienen -a pesar de sus miserias y sus flaquezas- ansias de fidelidad y transparencia, los lazos se vuelven indestructibles, pues se vuelve rotundo el crisol del Espíritu Santo.
En una comunidad en donde cada uno es reconocido y reivindicado en su identidad primordial de hijo y, por ello, de hermano, todo se edifica sobre la roca sólida del Evangelio y la compasión, y cada gesto, cada palabra y cada acción es descubierta con la alegría de la mano salvadora de Dios antes que como castigo destinado o juicio pretérito.
Pues la solidaridad implica, ante todo, solidez, firmeza en el hermano, abnegación y servicio, vida que se expande en la reciprocidad, esa misma que define que el otro es el más importante pues allí está y resplandece Cristo.
Paz y Bien
Tiene que ver con la capacidad de tener una mirada transparentemente recíproca hacia el prójimo, reflejo de un corazón que descubre a su Dios en el rostro del hermano. Tiene que ver con desterrar la crueldad de los preconceptos, de conocerse y re-conocerse por esta única condición filial antes que por cualquier otro motivo. Significa vivir y dejar vivir, pero ante todo con-vivir.
En una comunidad en donde los hermanos tienen -a pesar de sus miserias y sus flaquezas- ansias de fidelidad y transparencia, los lazos se vuelven indestructibles, pues se vuelve rotundo el crisol del Espíritu Santo.
En una comunidad en donde cada uno es reconocido y reivindicado en su identidad primordial de hijo y, por ello, de hermano, todo se edifica sobre la roca sólida del Evangelio y la compasión, y cada gesto, cada palabra y cada acción es descubierta con la alegría de la mano salvadora de Dios antes que como castigo destinado o juicio pretérito.
Pues la solidaridad implica, ante todo, solidez, firmeza en el hermano, abnegación y servicio, vida que se expande en la reciprocidad, esa misma que define que el otro es el más importante pues allí está y resplandece Cristo.
Paz y Bien
1 comentarios:
Muy bueno Ricardo. Gracias
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