Entre eruditos bíblicos y testigos de la Palabra

Para el día de hoy (15/10/09):
Evangelio según San Lucas 11, 47-54

(Los Evangelios no son sólo relatos de hechos sucedidos durante la predicación de Jesús: son Palabra de Vida y Palabra Viva.
Dios nos habla hoy, a nuestra época, en este preciso momento.

Al igual que escribas, fariseos y herodianos, vivimos tiempos en los que reina la apariencia por sobre la verdad, única y profunda. Y es, por lo general, una apariencia que esconde anhelos profundos que no se condicen con el proyecto de Dios, la Vida.
Por eso la ambición del poder, por eso todo ascenso será utilizando la cabeza del prójimo como escalón, por eso habitualmente en el ámbito religioso se pretende utilizar la Palabra en provecho propio, construyendo falsos ídolos que tratan de imponerse a muchos oprimiendo sus almas, y no se adora al verdadero Dios.

Al igual que escribas, fariseos y herodianos, se acalla a profetas que sólo tienen un único interés -el del servicio- y que hablan en nombre de Dios... Mejor aún, que Dios habla a través de ellos.
A menudo, sus palabras son incómodas como es incómoda la conversión, pues derriban con la fuerza del Espíritu muros que separan y losas que aplastan corazones, normativas y preceptos que deberían ser meros medios o herramientas y sin embargo se las venera como dogmas.
A esos profetas, hermanos y servidores de todos, se los acalla tergiversando sus palabras, imponiéndole silencio o directamente, quitándoles la vida.

En estas tierras latinoamericanas que amamos con pasión, estamos tistemente acostumbrados a ello, y es un sonido que nos resulta habitual el murmullo que tarde o temprano se convierte en vocerío que pretende acallar la voz de los que no tienen voz, o el coro de las balas asesinas de tantas hermanas y hermanos nuestros, servidores del Altísimo y de sus hermanos.

Siempre hay que orar, nunca es suficiente...
Y desde la oración y la comunión en el Espíritu del Resucitado, preguntar y preguntarnos si no necesitamos tantos eruditos -que sí son necesarios- como debemos implorar por mujeres y hombres que se consagren a ser testigos del amor que el Padre nos tiene, haciendo vida diaria su Palabra, aún a riesgo de ofrendar sus vidas en el camino)

Paz y Bien

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