El buen samaritano: hacerse prójimo


Para el día de hoy (05/10/09):
Evangelio según San Lucas 10, 25-37

(El escriba se expresa son certeza acerca del mayor mandamiento, y es invitado por Jesús a convertir esas palabras ciertas en palabras vivas, en acciones concretas, en vida...

Pero el escriba no puede con su genio, y le expresa una cuestión casuística de la mayor importancia para los de su entorno:¿quién es mi prójimo?; pues para ellos, la noción de prójimo debía de quedar circunscripta a los lazos de raza y religión.
Su idea de prójimo implicaba una pertenencia previa al pueblo elegido.

Pero el Maestro no ha venido a plantear soluciones a conflictos surgidos de disposiciones jurídicas y teóricas que persisten en un plano abstracto.
Ha venido al rescate de lo humano que se ha perdido, por eso plantea un caso concreto, real, palpable.
Todo ha cambiado desde Él: ya no es válida la pregunta acerca de quién es mi prójimo, sino que soy yo quien debo salir al encuentro del otro, aproximarme, acercarme.

Jesús nos lo enseña desde la parábola del Buen Samaritano.
Ante todo, es escándalo para almas mezquinas que establecen que lo bueno ha de provenir de un solo y exclusivo lugar...
Había una necesidad, una urgencia concreta, un hombre tirado a la vera del camino, herido, víctima de la violencia y abandonado a su suerte; los "religiosamente correctos" - el sacerdote y el levita- lo miran y, dando un rodeo, lo evitan. Y de quien menos se lo espera -un extranjero, un no-elegido, un despreciado, un supuesto idólatra- llega el auxilio.

El samaritano mira y vé a un hombre que necesita ayuda: no mira si es judío, gentil, religioso, creyente o ateo, nacional o extranjero. Lo mira, lo vé y se detiene.
Nos cuenta la Palabra que al ver al caído, el samaritano "tuvo compasión".
Compasión: su raíz -cum patire- que significa sufrir con, padecer con, nos dibuja la vereda de la misericordia.

El samaritano le cede su lugar en la montura -primero el necesitado antes que yo mismo-.
No se detiene en discursos o preguntas inútiles: se acerca a quien ha sido víctima de un atropello y venda sus heridas. No lo abandona luego de los primeros auxilios, se asegura de la eficacia de sus acciones y lo lleva a una posada en donde quizás podrían cuidarlo mejor que él mismo, y pone a su disposición lo propio para solventar lo que es urgente y lo que también es importante. Y aunque su camino no finaliza allí, deja abierta la puerta de un reencuentro.

Ese debería ser nuestro caminar, nuestro principio rector de toda la vida: obrar por misericordia, al igual que un Padre que es tan misericordioso que se ha hecho uno de nosotros y que por lo mismo, no ha vacilado en entregar a su propio Hijo a la muerte más horrenda en rescate de muchos.

Salir de uno mismo, acercarse, aproximarse, mirar y ver la necesidad del otro, descubrir lo urgente y lo importante, ceder mis intereses personales en favor de quien sufre, exhalar misericordia: hacer nuestras las cosas del hermano, así como Jesús llevó en sus hombros todos nuestros dolores)

Paz y Bien



2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Gracias amigo Ricardo por tus buenos y profundos comentarios. Se hace necesario llenar de criterios este nuestro mundo tan superficial, tan corto de miras, tal pendiente de sí mismo, tan atado a lo propio, al tener, al distinguir, a diferenciarse...etc.
Nuestro PADRE es PADRE y para un PADRE no hay diferencias de hijos. Sí, todos son diferentes, únicos, singulares, pero iguales en dignidad y amor. Todos son queridos, no por lo que son, ni dónde están o pertenecen, son queridos y amados por el simpre hecho de ser hijos, hijos del mismo PADRE y, por lo tanto, dignos de ser tratados como tal.
Acabo de escribir una reflexión, en creyente, sobre unos premios que tenía pendiente de compartir. Son formas de apoyarnos, de decirnos que nos acordamos uno de los otros, de que nos amamos, de que nos alentamos y empujamos, por la gracia de DIOS, a caminar en su presencia esforzándonos en amarnos. Así, yo, los entiendo y rechazo toda vanidad, suficiencia y tentaciones que puedan engreirme y confundirme. Sólo el SEÑOR es el Importante y la Cosa Importante y todo es para su Gloria.
Desde este pensamiento me gustaría los tomases y compartiera con todos nosotros.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Hermano, Dios acreciente tu generoso corazón, pues verdaderamente carezco de mérito alguno para ningún premio, pero son muy importantes ya que provienen de esta comunión que contruimos desde ese Cristo que nos reúne.
Un abrazo fraterno en Cristo y María.
Paz y Bien.
Ricardo

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