Servidores fieles que administran con pasión la Gracia de Dios















Para el día de hoy (23/10/19) 

Evangelio según San Lucas 12, 39-48







A pesar de tantas vueltas, discursos, razonamientos y bibliotecas, todo se decide en la fidelidad, y es un término que tiene la misma raíz que la fé, es decir, fides, intrínsecamente ligados por el mismo amor que es esencia del Dios de Jesús de Nazareth.

Así entonces, el primer distingo de todo administrador honesto es que sabe bien que lo que administra no le pertenece. No se apropia jamás de lo que es ajeno, y pone toda su capacidad y todo su corazón al servicio de eso que se le ha confiado en el insondable contrato de la bondad. Sabe bien que no hay espacio para mezquindades, y que a pesar de todas las lógicas mundanas -la mezquina ratio del costo/beneficio-, está muy bien des-vivirse por los demás.

Un administrador fiel nunca olvida que el Dueño ha de regresar. En ese regreso se establece su horizonte, y más aún: Él ya está de regreso, ahora mismo. Por ello se mantiene en contacto permanente con Aquél que le ha confiado tanto, para saber qué hacer y cómo hacerlo. Es lo que conocemos como oración, escucha y plegaria.

Un administrador fiel nada exige, pues la confianza que se ha depositado en él es un pago infinito, asombrosamente desproporcionado, maravillosamente ilógico. Un administrador fiel es un hombre feliz por esa confianza que -él lo sabe en las honduras de su alma- no merece, y que sin embargo se le renueva con rotunda determinación familiar, cuestión de Padre y de Madre también.
Esa alegría inmensa de la confianza concedida deviene en servicio y en esperanza compartida con sus hermanos, y tenderá puentes, y reunirá a los dispersos, y conciliará los corazones enfrentados.
 
Servidores fieles que administran con pasión la Gracia de Dios.

Paz y Bien

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