La vida se comunica a través de la Palabra de Cristo


















Para el día de hoy (01/04/19):  

Evangelio según San Juan 4, 43-54







La liturgia del día nos presenta una lectura en donde, además del Maestro, podemos reconocer como protagonista a un funcionario real; la precisión del dato que realiza el Evangelista ha de bastar para llamarnos la atención e ir más allá de la simple letra.

A diferencia de los habituales encuentros con fariseos y escribas, el funcionario pertenece a la estructura de gobierno del tetrarca Herodes Antipas. Se trata de un hombre que ejerce autoridad sin cuestionamientos, un hombre del poder político, y ello sobresale en el modo en que suplica la intervención del Maestro para salvar a su hijo gravemente enfermo.

Es un hombre del poder que sólo comprende la realidad desde ese poder que ejerce, y por eso supone que Jesús de Nazareth en persona, taumaturgo poderoso, debe apersonarse hasta su casa en Cafarnaúm en un despliegue evidente y portentoso de fuerza.
El poder comprendido así no tiene nada que ver con Cristo, y el problema supera por lejos al funcionario real. Es menester convertirse a un Dios que es Padre, que ama con un amor tenaz y silencioso, un amor eficaz, un amor que se expresa en la Palabra sanadora de Jesús de Nazareth.

El Maestro no necesita bajar a Cafarnaúm. La vida se comunica a través de su Palabra, y todo es posible confiando y escuchando atentamente esa Palabra.

El funcionario real, ese mismo que se había descubierto inútil preservando la vida de su hijo que ahora parece escaparse, reniega de esas voluntades de poder y emprende un éxodo liberador hacia la persona del Señor, paso primordial de la fé. Así, confía en su Palabra y se pone en camino, metanoia de una existencia que se expande en la existencia restaurada del vástago de sus amores, el hijo por el que la vida se reafirma.
Ha dejado de ser un esclavo del poder para vivir en la libertad de los hombres de fé, descubriéndose él mismo como hijo querido de ese Dios que se manifiesta pleno en Cristo.

El Evangelista San Juan no utiliza el término milagros sino que se vale de signos, y es por ello que la sanación del hijo del funcionario será el segundo signo de siete, siendo el primero el acontecido en unas bodas en Caná. Signos/segno/señales que nos dirigen la mirada hacia la profunda realidad de Dios con nosotros, segundo signo de siete que manifiestan un número perfecto, símbolo de una plenitud que es imposible si Dios no estuviera presente.

Paz y Bien


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