Nuestra certeza y nuestra esperanza se fundamenta en el regreso de Cristo, Señor de la historia
















Para el día de hoy (01/12/18):  

Evangelio según San Lucas 21, 34-36








Nuestra certeza y nuestra esperanza se fundamenta en el regreso de Cristo, Señor de la historia.
Durante el tiempo de la espera, es menester estar atentos y despiertos, alerta que no admite medias tintas, alerta completa, tenaz, alerta proactiva pues resignifica todo lo que somos y todo lo que hacemos.

Sin embargo, las advertencias del Maestro son claras.

Es claro que muchos están sometidos a las garras de esas aves negras de las drogas que embotan mentes, corazones, que demuelen familias y borran horizontes y futuros.
Otros tantos, como el epulón de la parábola, siguen en tren de fiesta falaz aún cuando a su puerta languidezca un hermano que sólo suplica migajas, banquetes -que no ágapes- orgiásticos que se perpetúan como si la vida no se terminara, como si nada más que el ego fuese lo importante.

Pero también estamos lastimados de ansiedad. Heridos por la propaganda. Socavados de violencia y miseria. Injuriados por la corrupción y la prepotencia. Menoscabados por el destrato y el descarte humano.
Esa cotidianeidad abrumadora, además de dolorosa, es peligrosa pues acota la mirada a la pertinencia de un ahora sin remedio. Y la mente, en afán de supervivencia, juega malas pasadas.

Pero hay más, siempre hay más. La Resurrección de Cristo es la firme afirmación que nos recuerda a diario que se han terminado los nunca, los jamás, los no se puede.

Seguiremos pues, con todo y a pesar de todo, atentos y despiertos. La estrella amiga de Belén también parpadea para nosotros a pura Gracia.
Arraigados en la oración, nos aferramos cordialmente a esa primavera perfecta de Dios con nosotros.

Paz y Bien

0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba