El culto primero es compasión y misericordia













Para el día de hoy (18/07/18):  

Evangelio según San Mateo 11, 25-27







A menudo la enseñanza que nos brinda la lectura de este día suele acotarse a los niños, a la infancia, quizás por la expresión del Maestro hacia los pequeños. Sin embargo, y a pesar de la muy especial atención evangélica hacia el cuidado y protección de la infancia, en este caso no se habla de ello.

Reflexionemos por unos instantes: en las lecturas de los días precedentes, nos encontramos con las severas discusiones entre el Maestro y los doctores y escribas, las autoridades religiosas y, muy especialmente, la fé reivindicada por ellos, que poco tiene que ver con la fé del Reino.
Hoy seguimos en esa línea.

Podemos advertir una contraposición entre sabios y prudentes y los pequeños. Sabios y prudentes, precisamente, refiere a esos hombres que se consideran completos, llenos por los saberes incorporados, por su cultivo mental que los pone por encima del pueblo al que suelen menospreciar por ese mismo motivo.
Mucha erudición, sin dudas, pero poca sabiduría y escaso corazón.
La prudencia en realidad es el conservadurismo extremo que desdeña cualquier novedad, y que no tiene que ver con lo nuevo por sí mismo, sino cercenar por comodidad o por miedo cualquier germen de conversión.

En cambio, con pequeños no hace mención a una condición socioeconómica .-que es muy importante pues está intrínsecamente vinculada a la justicia- sino antes bien a la disposición cordial, vital de los que tienen una fé humilde, sencilla, a veces rústica y que sin embargo confían en Dios sin resignaciones. A ellos Dios se revela en plenitud, hacia ellos Dios se inclina con alegre y amorosa incondicionalidad, Dios de los anawin que esperan con todo y a pesar de todo.

Pero los sabios y los prudentes no son solamente los escribas y fariseos del siglo I, Están entre ellos los que reivindican una religiosidad exclusivista que suele despreciar a los demás, que repudia la religiosidad distinta, que nunca escucha a nadie excepto el discurso propio.

En la voz de los pequeños hay profecía, hay revelación y resplandece el rostro de Dios, y hemos de prestar atención humilde y afanoso servicio, el culto primero de la compasión y la misericordia.

Paz y Bien

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