Para el día de hoy (16/08/17)
Evangelio según San Mateo 18, 15-20
Por la certeza de la presencia del Señor, a partir de la verdad comunitaria de dos o más reunidos en su Nombre, la Iglesia es espacio sagrado de Salvación. Y es Cristo el que convoca, el que re-une, el que edifica comunidad junto a hombres y mujeres que le sigan.
Quizás los mecanismos institucionales sean necesarios, y con ellos las tabulaciones y normas disciplinarias. Los problemas comienzan cuando estos procedimientos se ponen por delante o en desmedro de lo que verdaderamente cuenta, la fidelidad y la misericordia.
Los frutos mejores de ese ámbito sagrado, entonces, han de ser el perdón y la reconciliación, señales ciertas del cuidado recíproco, de la búsqueda del hermano, de la paciencia respirada.
El perdón sana y cierra heridas; y como toda cura, no es cosa sencilla, pues es multicausal y a su vez produce varios efectos. Especialmente el derribo de los muros de egoísmo y de orgullo, y el reencuentro de los alejados. Es cierto que no es fácil, pero mucho peor y terrible es el rencor.
El perdón no es solamente una cuestión de amores rituales, sino que tiene efectos concretos sobre la cotidianeidad, es decir, sobre la historia. Por eso, en tanto que surge de modo primordial del amor entrañable de Dios, el perdón es revolucionario.
Y la reconciliación es expresión del reencuentro, la venda de los corazones heridos, la posibilidad de un presente distinto y fructífero, y de un futuro en común con el hermano. Perdón no es desmemoria: perdón es la posibilidad de inaugurar una nueva historia, con todo y a pesar de todo y todos.
Quiera Dios que nos reconozcan y nos identifiquemos por las canastas asombrosas de perdón que seamos capaces de compartir.
Paz y Bien
Quizás los mecanismos institucionales sean necesarios, y con ellos las tabulaciones y normas disciplinarias. Los problemas comienzan cuando estos procedimientos se ponen por delante o en desmedro de lo que verdaderamente cuenta, la fidelidad y la misericordia.
Los frutos mejores de ese ámbito sagrado, entonces, han de ser el perdón y la reconciliación, señales ciertas del cuidado recíproco, de la búsqueda del hermano, de la paciencia respirada.
El perdón sana y cierra heridas; y como toda cura, no es cosa sencilla, pues es multicausal y a su vez produce varios efectos. Especialmente el derribo de los muros de egoísmo y de orgullo, y el reencuentro de los alejados. Es cierto que no es fácil, pero mucho peor y terrible es el rencor.
El perdón no es solamente una cuestión de amores rituales, sino que tiene efectos concretos sobre la cotidianeidad, es decir, sobre la historia. Por eso, en tanto que surge de modo primordial del amor entrañable de Dios, el perdón es revolucionario.
Y la reconciliación es expresión del reencuentro, la venda de los corazones heridos, la posibilidad de un presente distinto y fructífero, y de un futuro en común con el hermano. Perdón no es desmemoria: perdón es la posibilidad de inaugurar una nueva historia, con todo y a pesar de todo y todos.
Quiera Dios que nos reconozcan y nos identifiquemos por las canastas asombrosas de perdón que seamos capaces de compartir.
Paz y Bien
1 comentarios:
Que confianza tomamos, cuando sabemos que si 2 o 3 estamos reunidos en nombre de Jesús, Él está en medio de nosotros...Amén! Amén Amén!
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