El sol que nace de lo alto








Misa del día

Para el día de hoy (24/12/16):  

Evangelio según San Lucas 1, 67-79



Por todo lo que había pasado, y por todo lo que no les había pasado, parecía que todo estaba cerrado y sellado para Isabel y Zacarías. Aún así, y a pesar de todas las razones y todas las obviedades, no morirían de viejos sino que por la bondad de Dios se convertirían en noveles padres.

Al recibir la asombrosa noticia de parte de un Mensajero, Zacarías enmudece. Lo que le anuncia Gabriel excede los las posibilidades de su razón y vulnera sus esquemas. Por eso mismo enmudece, pues su respuesta no es una respuesta de fé. 
A veces el silencio, por doloroso que fuera, es más que necesario. Callar para oír y escuchar, callar hasta que se recupere la Palabra, tiempo de maduración, de crecimiento, de humilde reencuentro. 

Pero cuando llega el hijo, ese bebé de sus sueños, el viejo sacerdote parece despertar de su vejez y canta con voz fuerte y rejuvenecida al Dios bendito que ha hecho misericordia con sus vidas y con su pueblo.

Zacarías, en plenitud del Espíritu, se vuelve capaz de releer la historia de Israel, su propia historia, el paso de Dios por sus existencias.
El sabe bien -su maravilloso hijo adormeciéndose en sus brazos es la señal exacta- que su Dios no se ha desentendido de la suerte de Israel. Dios siempre es nuestra suerte y nuestro destino.

Su Dios interviene abiertamente en la historia a favor de los suyos. No se queda en tren espectador lejano y celestial, sino que se entreteje con su fidelidad en las cosas de los hombres. Es un  Dios liberador que no abandona a su pueblo.
El Dios que suscita una fuerza de Salvación en sus mismas entrañas, desde la casa de David.
Los antiguos profetas, hombres de mirada profunda, lo han anunciado con certeza de siglos. Y Dios cumple siempre con la palabra que empeña, y paga al contado sus compromisos. Palabra empeñada, Dios mismo se hace Palabra para nuestra Salvación. Dios que nos salva de nuestros enemigos, Dios que nos espanta los odios, Dios que nos reviste de coraje y esperanza. Dios infinitamente fiel. Dios que teje amor y salvación a través de los siglos, desde el pastor de Ur hasta nuestros días, libres del temor, felices por creer, libres para comprometernos y servir. La verdadera liberación es el paso del al servidumbre al servicio.

Ese niño que acuna en sus brazos será un enorme y frondoso profeta para su pueblo, luz en las sombras, señal de auxilio para los que ya no aguantan más.

Porque el Dios que lo bendice con ese hijo maravilloso -todos los hijos son una bendición infinita- allanará caminos y almas para El esperado.

Su Dios es misericordia entrañable que suscita un nuevo amanecer, un amanecer definitivo de Salvación para todas las naciones, el sol que nace de lo alto, Dios con nosotros, un Niño en brazos de su Madre.

Paz y Bien

2 comentarios:

ven dijo...

Gracias, por todo, que el niño Dios habite en usted y toda su familia, La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para librarnos de las tinieblas y darnos la luz. Un gran abrazo fraterno, y ¡FELIZ Y SANTA NAVIDAD!.

♥Alicia dijo...

Amigo deseo q vívas una hermosa Navidad en compañía de tu Flia y Amigos.
Oremos para q el Amor, la Alegría y la Luz de la Navidad reinen en Todos los corazones.
Abrazos.
Paz y Bien

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