Genealogía espiritual








Para el día de hoy (17/12/16):  

Evangelio según San Mateo 1, 1-17



Un acercamiento historiográfico a las dos genealogías de Cristo presentes en los Evangelios pueden llevar a confusión. Mientras la de Lucas es ascendente hasta Adán, la de Mateo desciende hasta Abraham; ambas difieren especialmente en la cantidad de generaciones y en algunos nombres. Bajo el mismo criterio de aproximación, podría inferirse que se trata de una construcción poética o literaria que intenta justificar en ambos casos el origen real de Jesús de Nazareth y, por ende, su derecho natural a reclamar la corona de Israel.

Ése, precisamente, es el primer error. Los Evangelios no pretenden en ningún momento exhibir rigor de crónica histórica, sino que son más bien crónicas teológicas, es decir, espirituales. Por ello su acercamiento veraz es a través de la fé.

En el caso que nos ofrece la liturgia del día, la genealogía de Mateo es aúm más extraña. En aquella época, los árboles familiares se definían por los varones de la familia, quedando las mujeres relegadas a sus vínculos con ellos.
Aquí nos encontramos con cinco mujeres que son un hito fundamental en esta paciente urdimbre de siglos: Tamar, Rahab, Rut y Betsabé, que como ríos caudalosos desembocan en María de Nazareth.

Asombroso dibujo de Dios. La historia parece que no la deciden los reyes y guerreros, y sí en cambio las mujeres y los niños.

Tamar engaña a Judá, y concibe un hijo de esa relación ilegítima. Ese hijo portará la promesa de su Dios para con su pueblo.

Rahab, la prostituta de Jericó, sin la cual las fuerzas judías no podrían haber ingresado a la tierra prometida.

Rut la moabita, la extranjera que ama y es fiel, y merced a la ley de Levirato se convertirá en abuela del Rey David.

Betsabé, la esposa de un alto oficial del ejército judío, seducida brutalmente por David. Aún así, será la madre del rey Salomón.

Deliberadamente Mateo se olvida de las grandes y gloriosas matriarcas de su pueblo como Esther, Sara y Rebeca, sugiriéndonos una tendencia extraña en la voluntad de Dios.

La Madre del Señor, descendiente de David -rama del tronco de Jesé- es una muchachita, casi una niña, de aldea polvorienta a la que casi nadie vé. Pero el Dios del universo de ha enamorado de ella, y Ella con su sí inaugura los tiempos definitivos, los tiempos de la Gracia, los tiempos de la Salvación.

El Redentor llega a la historia humana por caminos extraños, por caminos muy humanos, tan humanos que a menudo están teñidos de sombras, senderos desviados por el pecado y las miserias.

Desde los mismos márgenes de la existencia, la vida de Dios se abre paso tenaz, obstinada, amorosa y fiel.

Paz y Bien


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