Sembradores de luces

Para el día de hoy (26/01/12):
Evangelio según San Marcos 4, 21-25

(Él lo sabía bien, viniendo de donde venía: había visto a su madre en la pequeña casa nazarena al caer la tarde, buscando el mejor lugar de la casa para colocar la lámpara de aceite, con el fin de que se ilumine hasta el último rincón y que ninguno de los tres quedara a oscuras. Además, no había posibilidad de derroches, el aceite era costoso y era menester saber aprovecharlo; por ello era impensable que ella pusiera la lámpara bajo la cama o dentro de una caja.

Así la Palabra: no se la esconde, no debería ser un arcano o un secreto compartido por unos pocos elegidos, sino más bien esa lámpara que no se esconde sino que se coloca de tal modo que ilumina la vida diaria, la comunidad. aún en la noche más cerrada la luz prevalece, y nada ha de quedar oculto. El mismo Dios no se ha guardado nada de sí mismo, se ha revelado por completo en Jesús de Nazareth.

Contrariamente a toda razón, y sabedores que el sentido común es el menos común de los sentidos, a menudo renegamos de nuestro destino de sembradores de luz. Obcecadamente persistimos en esconder bajo la cama esa luz que tiene por fin iluminar a todo aquel que deambule en tinieblas y en sombra de muerte, supuestos cristianos de lámparas escondidas replegados en el miedo y el egoísmo.

Ésa precisamente es la clave de la felicidad: al que tiene se le dará aún más.
Con criterios mercantilistas, nos volvemos incapaces de comprenderlo; pero en la ilógica santa de la Buena Noticia, la compasión, la solidaridad, el servicio y el amor siempre se multiplican más allá de todo cálculo.
Y allí sí, la alegría prevalece y no se vá, al igual que la luz de esa pequeña lámpara en medio de la noche)

Paz y Bien


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