De semilla y cruz

Para el día de hoy (27/01/12):
Evangelio según San Marcos 4, 26-34

(A menudo nos gana el hastío, nos sobrepasa la resignación y nos somete la desesperanza. Todo aquello que es contrario u opuesto al Reino es tan evidente y y flagrante, que pareciera que todo aquello en lo que creemos sólo son bellas palabras vividas templo adentro o en el reducto de nuestras creencias...y a veces ni eso.

Probablemente nos sucede porque aún nos aferramos a una imagen o fotografía de un Cristo glorioso, un Salvador instantáneo del poder que todo lo realiza ya, de inmediato, que derrota a sus enemigos, un Dios manipulable por actos de piedad preestablecidos, el Dios de los premios y castigos, el Dios castigador en la vida postrera, el de la Salvación sólo post mortem. Queremos que todo cambie ahora mismo, y más aún, que Él lo cambie mientras nosotros nos instalamos como ávidos espectadores de victorias cristianas.

Frente a todo ello, Jesús de Nazareth vuelve a hablarnos del Reino de su Padre de otra manera, con otra esencia muy distinta y hasta opuesta.
Nos habla de un Reino humilde y tenaz que se nos crece con nosotros y a pesar de nosotros, con la sencillez de una pequeña semilla persistente de fuerza, imparable, y que algún día será un arbusto grande que dé cobijo a tantas almas perdidas, pájaros a la deriva de los vientos mundanos.

Esa semilla persistente que crece aún cuando debamos detenernos agobiados de cansancio es la clave de nuestra esperanza, es vida que prevalece con su tiempo, con su proceso, en rebeldía contra la solución torpe e instantánea, contra esos remedios automáticos que nos venden y que a veces compramos.

Esa humildad de la semilla está íntimamente ligada a la Pasión del Señor: una espiritualidad que se aferra a lo glorioso, a lo que se ostenta, en verdad rechaza la cruel derrota de la cruz.
Porque la cruz es la victoria de los violentos, pero es una victoria fugaz, tan fugaz como las esperanzas vanas. La cruz como amor mayor preanuncia el milagro increíble de la Resurrección y la vida plena.

Tenemos que permitirnos la esperanza)

Paz y Bien

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