Para el día de hoy (22/06/11):
Evangelio según San Mateo 7, 15-20
(Los conocemos, y sabemos de su influencia pasada y presente: hombres y mujeres con pieles de cordero que ocultan lobos muy peligrosos, y que siempre hacen daño especialmente a los pequeños, a los sencillos, a los humildes.
Lobos rapaces con disfraces de ortodoxia, con pieles de modernidad, revestidos con pelambres que a menudo sólo ocultan voracidad por el poder.
Y nosotros no estamos exentos de integrar esa manada: nos sumamos a ella cuando abandonamos transparencias y desoímos el llamado del Espíritu a la humildad y al servicio.
Naturalmente, tendemos desde esta perspectiva a clasificar a las gentes según una escala predeterminada del bien y del mal, inclusive con una graduación referida a mayor o menor medida en cada caso...como si ser buenos o malos pudiera mensurarse con facilidad, como si la ética -como somos y qué hacemos respecto a Dios y a los demás- tuviera una métrica prefijada.
El Maestro nos llama a superar estas clasificaciones, que aunque razonablemente fundadas no tienen horizonte, y conducen implacablemente al juicio del hermano, juicio que es ajeno a la Misericordia y a la praxis del Reino.
Y esas limitaciones las superamos cuando nos sinceramos y miramos con Su mirada al hermano y a nosotros mismos.
Todo remite a los frutos, es decir, a lo que produce nuestro obrar y nuestras omisiones en el mundo: frutos buenos son los de los constructores de paz, los de los que buscan la justicia y la liberación sin descanso, los servidores del hermano, los mansos, los compasivos, los generosos...los verdaderamente felices como lo es Jesús de Nazareth, nuestro hermano y Señor)
Paz y Bien
De la teoría del bien y del mal a la realidad de los frutos
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2 comentarios:
Gracias amigo, coincidimos en la reflexión. Yo me he centrado más en lo de los frutos, pero he orientado la reflexión - oración por el mismo camino. No comparto el blog porque lo tengo como espacio para el desahogo, y gracias por ayudarme hoy cuando el desánimo me vence y Dios me sostiene.
Herman@, ante todo mil disculpas por mi tardanza en responder.
Agradezco de todo corazón tu generosidad al compartir estas vivencias; me suele suceder lo mismo cuando por mis torpezas, mis miserias o la misma rutina me agobian y pierdo el rumbo, siempre hay Alguien que sale a buscarme.
Nadie ha de perderse.
Un fraterno saludo en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo
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