Para el día de hoy (18/06/11):
Evangelio según San Mateo 6, 24-34
(Jesús de Nazareth no ha nacido en un palacio, ni sus padres han pertenecido a la nobleza judía poderosa y prebendaria.
Es un Dios que ha elegido nacer silencioso en la periferia galilea, en una aldea ignota y heterodoxa, en donde el sustento diario carecía de garantías.
Sus manos encallecidas y las de José de Nazareth conocen bien el trabajar de sol a sol para asegurarse el pan del día; mañana ya se verá. Conoce también la situación de sus paisanos, campesinos perpetuamente endeudados, hostigados hasta lo imposible cuando hay que rendir tributos al reyezuelo local o al Imperio.
Pero sabe también que esa multitud de pobres y olvidados sostienen con su esfuerzo la opulencia de algunos, y son la clave de que perdure un sistema injusto.
En plena identidad con su Padre, sabe hacia que lado se inclina ese Dios creador que sueña una vida plenamente humana para todas sus hijas e hijos, y sabe también que es necesario tomar partido: el dinero es un dios celosos, productor de esclavos que todo quiere para sí.
Su Padre es ese Dios Providente que es donación perpetua, y por lo tanto no se puede estar bajo la soberanía de ese dios cruel del dinero y el poder o bajo las alas del Dios del Universo.
En esa decisión raigal para la existencia, habla de cuestiones económicas.
Es claro que no hará un análisis macroeconómico, ni dirimirá en cuestiones financieras, ni pontificará sobre modelos y variables.
Él habla desde los pobres y sabe que toda cuestión se arraiga de modo primordial en el corazón, inclusive las que parecen relegadas a las decisiones de los gobiernos y los poderosos. Por ello desde el corazón habla de economía, pues nada es ajeno a las cosas del Reino que ha venido a ofrecer.
Es sencillo y profundo: como el pan que ganaba con su esfuerzo el carpintero nazareno, la vida que se nos ha dado se decide en el día a día. Los afanes, ansiedades y angustias por el pasado y por el mañana no cuentan y son contrarios a ese Dios que está vivo y presente entre nosotros.
Y la raíz de pobreza y riqueza encuentra su fundamento en egoísmos y solidaridad, en la acumulación o en el compartir, y se vuelven decisiones de Salvación.
Después de más de veinte siglos, los que decimos seguir a Jesús aún no hemos tomado partido, ni nos hemos atrevido a aceptar, reconocer y vivir como ese Dios que está del lado de los pobres, de la liberación y que busca la plenitud de la existencia para toda la humanidad)
Paz y Bien
Fredy...
Hace 2 horas.
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