No es sencillo derrotar el egoísmo que cobijamos y el individualismo que prohijamos






















Para el día de hoy (23/06/20):

Evangelio según San Mateo 7, 6.12-14






Ante todo, es menester situarnos en la perspectiva histórica: Jesús habla a gentes que, en su cultura, consideraba despreciables a los perros y profundamente impuros a los cerdos. Dado que en la mayoría de nuestras culturas y sociedades está positivamente considerado el respeto y cuidado a los animales, desde esa perspectiva necesaria podemos ahondar en lo que se nos dice hoy, es decir, la advertencia de Jesús para tratar con sumo respeto a lo sagrado, a las cosas de Dios.
Aquí podemos estar tentados de circunscribir esta cuestión a un ámbito meramente litúrgico o cultual...¿porqué no pensar, con la mirada del Maestro, el respeto y cuidado de lo sagrado que encontramos en lo cotidiano, lo eterno que podemos descubrir en el día a día, Dios que se manifiesta en la vida y en los pequeños gestos?

Así también lo verdaderamente valioso se traduce en el devenir de la existencia, fundamentalmente en lo que nos define e identifica y es nuestra relación con el otro. Se trata de aquellos valores que superan, en la perspectiva del Reino, el mandato negativo del -no hagas...- por la ética en positivo de la reciprocidad, en donde el acento está puesto especialmente en el otro.

Aquí se abre la puerta a una vida nueva que, sin embargo, es estrecha: no es sencillo derrotar el egoísmo que cobijamos y el individualismo que prohijamos.
Amplios y abundantes son los modos y maneras de la muerte, de todo lo que se opone a la vida. Estrecha es la puerta de la generosidad y la solidaridad, de la compasión y la misericordia, de la vida que se hace plena en comunidad, en el conocimiento y reconocimiento de la identidad única del otro.
Y mucho más estrecha es la puerta de la Salvación, esa misma que es preciso atravesar para vivir plenos, asumiendo la cruz desde el amor y la esperanza, sabiendo que el dolor no es definitivo y que la muerte no tiene la última palabra.

Paz y Bien

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