Kairós, tiempo propicio, tiempo santo de Dios y el hombre















Para el día de hoy (14/01/19):  

Evangelio según San Marcos 1, 14-20






La lectura que nos presenta la liturgia del día habla de una ruptura.

Es claro que en la superficie, esa ruptura se correspondería con el fin del ministerio de Juan el Bautista y el inicio del ministerio de Jesús de Nazareth, la Antigua Alianza que llega a su fin y deja paso a la Nueva. El arresto de Juan trae también señales ominosas para Cristo y para todos los profetas, pues un profeta siempre es inconveniente, anuncia las cosas de Dios y denuncia todo aquello que se le opone.

En realidad, con Juan todo el Antiguo Testamento llega a su plenitud en fidelidad: ha señalado sin ambages a Aquél que su pueblo tanto tiempo ha esperado. Las promesas se han cumplido en la persona de Cristo, quien dá comienzo a los tiempos definitivos, ya no hay más espera, el tiempo se ha cumplido.

La ruptura es otra. La ruptura es del tiempo secuencial -chronos-, que dá paso al kairós, tiempo propicio, tiempo santo de Dios y el hombre.

Tiempo fecundo por la Gracia.

El tiempo definitivo no admite vuelta atrás, por ello la urgencia de la conversión que es también romper con el devenir cronológico sin destino, vaciarse de todo lo vano, espacio cordial para una Buena Noticia que nos llega para que todo cambie desde la misma raíz y se encamine a cielos eternos y plenos.

El Maestro señala que la tarea es inmensa, y que no es cosa individual. Vá sumando amigos a su camino.
A diferencia de los rabinos clásicos, a los cuales los discípulos solían buscar en el lugar en donde impartían sabiduría, Él sale a los caminos a buscar a los suyos, y el encuentro acontece allí mismo en donde discurre la vida cotidiana de las gentes. Pescadores por oficio que se convertirán en pescadores de hombres, vocación y misión de mantener con vida a una multitud de tantos peces a la deriva.

Romper con una rutina gris que a nada conduce y que suele ser fácilmente manipulable por los poderosos sin escrúpulos. Encaminarse tras los pasos de Cristo para que la vida sea plena, en la asombrosa noticia que Dios reina y está entre nosotros.

Paz y Bien


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