El Santísimo Nombre de Jesús, sólo ante el cual se dobla toda rodilla















El Santísimo Nombre de Jesús

Para el día de hoy (03/01/19) 

Evangelio según San Juan 1, 29-34







Para la fé y la historia de Israel, el cordero pascual es un signo extremadamente valioso: es el memorial perpetuo y la celebración de la primera noche de la Pascua, el éxodo de las cautividades, la intervención de Dios como fuerza de liberación en su favor.

En este talante y bajo este orden de ideas, adjudicarle a alguien, a una persona, el carácter de cordero pascual, y más aún, de Cordero de Dios, es algo impensado, asombroso y hasta escandaloso para los creyentes de la fé judía. Y la afirmación de Juan el Bautista es provocadora, pues él identifica al Cordero de Dios en un joven galileo desconocido que está inmerso en la multitud.

Para Juan, ese joven que se está acercando humildemente es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. No se está refiriendo tanto a los pecados personales, a las miserias individuales de cada uno, sino al mal que oprime, que deshumaniza, que es necesario quitar para liberar corazones.

El Cristo Redentor, el Cordero de nuestra liberación se sigue acercando en silencio y con infinita paciencia a nuestras existencias. No viene a proponer alternativas ni a suplantar estructuras existentes por otras, tal vez, algo mejores. Él plantea una victoria trascendente y extraña, sin derrotados, que no admite otra fuerza que la del servicio y la vida ofrecida.

Nada más ni nada menos que volvernos día a día, cada vez más humanos, y por ello, cada instante más de Dios. A ese Cordero es al que tenemos que encontrar con una profunda mirada cordial de la fé, al fuego del Espíritu.




El Santísimo Nombre de Jesús, sólo ante el cual se dobla toda rodilla, en los cielos, en la tierra, en los abismos, para gloria de la Divina Majestad


Paz y Bien













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