Para el día de hoy (16/09/17):
Evangelio según San Lucas 6, 43-49
Por lo general no son demasiado vistosos. Tienen, eso sí, las particularidades propias de su origen y entorno, y los hay de diversas longitudes, dimensiones, frondosidades. Pero eso sí, todos tienen en común una particularidad que es su sino y su identidad: los buenos árboles se reconocen por sus buenos frutos.
Es claro que la realidad indica una obviedad: los buenos árboles no rebosan de buenas intenciones frutales. Lamentablemente, demasiadas autopistas a la perdición se han pavimentado con el asfalto falaz de las buenas intenciones. Los buenos árboles son más sencillos, brindan buenos frutos porque en ello les vá la savia.
Árbol sin frutos es savia desperdiciada, vida de balde, destino de leña.
Hay muchos hombres y mujeres así, árboles buenos, árboles de ramas fragantes, árboles de buena sombra en verano, árboles que nos sustentan, árboles firmes en la bondad. Árboles que no andan buscando apologías, agradecimientos: les basta y alcanza con la firme raíz que es la de brindar/se en frutos generosos, sin estridencias, aún cuando en ello se les vaya toda la existencia. Porque sus frutos no están como adorno, sus frutos son buenos para los demás, nutren y engalanan las vidas de los otros.
Esas mujeres y esos hombres, árboles buenos que la vida nos regala a cada paso, acunan corazones grandes en donde el bien que sólo procede de Dios puede germinar, la cosecha infinita y bondadosa del Reino.
Es menester darse cuenta, expandir la mirada y jamás abandonar la gratitud.
Es claro que la realidad indica una obviedad: los buenos árboles no rebosan de buenas intenciones frutales. Lamentablemente, demasiadas autopistas a la perdición se han pavimentado con el asfalto falaz de las buenas intenciones. Los buenos árboles son más sencillos, brindan buenos frutos porque en ello les vá la savia.
Árbol sin frutos es savia desperdiciada, vida de balde, destino de leña.
Hay muchos hombres y mujeres así, árboles buenos, árboles de ramas fragantes, árboles de buena sombra en verano, árboles que nos sustentan, árboles firmes en la bondad. Árboles que no andan buscando apologías, agradecimientos: les basta y alcanza con la firme raíz que es la de brindar/se en frutos generosos, sin estridencias, aún cuando en ello se les vaya toda la existencia. Porque sus frutos no están como adorno, sus frutos son buenos para los demás, nutren y engalanan las vidas de los otros.
Esas mujeres y esos hombres, árboles buenos que la vida nos regala a cada paso, acunan corazones grandes en donde el bien que sólo procede de Dios puede germinar, la cosecha infinita y bondadosa del Reino.
Es menester darse cuenta, expandir la mirada y jamás abandonar la gratitud.
Edificando sobre la roca firme de la Palabra, Cristo, Verbo encarnado, Dios con nosotros, la casa existencia permanece firme a pesar de tantas tormentas.
Pero además nos abre los ojos también, para reconocer el amor de Dios en esos árboles cordiales de frutos santos que en todas partes florecen en humildad y silencio, contra viento y marea, a pesar de que a veces parezca mandar la noche, para que no nos resignemos a edificar el día.
Paz y Bien
1 comentarios:
Que además de dar fruto, sepamos remover la tierra y mantenerla abonada, de manera que el Mundo, tenga buenos árboles que rindan frutos buenos...Paz y Bien, y Buen Fin de Semana para todos los Hermanos, que lean este mensaje
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