De dos en dos



Para el día de hoy (26/01/16): 

Evangelio según San Lucas 10, 1-9




El Maestro envía por delante de Él a setenta y dos mensajeros, por fuera del círculo primordial de los Doce. 

El número tiene una trascendencia simbólica que supera la mera cifra: en la tradición del Génesis, guardada en la memoria de Israel, setenta y dos refiere a la totalidad de las naciones paganas conocidas en los tiempos primeros, y por lo tanto, el Señor decide así la universalidad de la misión, no acotada a fronteras, etnias o culturas. También encierra un mensaje cristológico y eclesial, y es que la vocación cristiana no se acota a los discípulos más cercanos, sino a todos los cristianos, a todos los bautizados de todos los tiempos, renacidos a la Gracia y a la Buena Noticia.

Sigamos con los números. Según el derecho, es decir, según los criterio jurídicos judíos, la validez de un testimonio ha de estar avalada por al menos dos testigos; por lo tanto, la misión encomendada es una misión que será ante todo testimonio veraz e inequívoco de una verdad que es mucho más grande y distinta de ellos mismos, la verdad del amor de Dios, la verdad de Cristo.
En esos pares de enviados hay a su vez un germen de la Iglesia, una comunidad en ciernes, pues la vida cristiana a la que Cristo nos invita no es una acumulación de individualidades, sino un crescendo de fraternidad.

La misión urge, porque el Cristo que se anuncia ya está allí, muy cerca, inmediatamente luego de ellos. La misión no admite demoras, ni cuestiones superfluas. Es menester ubicarse: la tarea es enorme pero no imposible, y hay que sumar manos y brazos empeñados en en la santa labor que será amenaza peligrosa para algunos, indiferente para otros, luz y bendición para muchos, pero sin embargo un deber impostergable de paz y de bien.

Tarea insondable de sembradores, depositarios de una confianza infinita por parte de Aquél que nos ha enviado, que tiene puesta en nosotros una esperanza ilimitada a pesar de nuestras miserias y nuestros quebrantos, porque de la mano de Dios no hay imposibles.

Paz y Bien

2 comentarios:

Edit dijo...

Hace dos años doy Catequesis de Primera Comunión y lo hago con mi amiga Mirta. El dar testimonio de Jesús, a los niños, las dos juntas, es maravilloso. Creo que todas las tareas deberíamos hacerlas de a dos... Por que en esa Unidad se encuentra El Señor, inspirándonos.
Gracias por seguir meditando la palabra diariamente.
Dios te bendiga.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

A veces en las cosas más sencillas están las verdades más profundas. De a dos se anda mejor, pues la reciprocidad de los corazones impide caer del todo, andar más ligeros, cargar la cruz, crecer en Dios.
Hace muchos años que no estoy en catequesis como vos, pero comprendo perfectamente, hay un misterio grande allí y quizás los primeros discípulos sean los propios catequistas, que luego aprenden con los mismos niños, pues nunca se termina de aprender. Es una tarea maravillosa, y es aún más asombrosa cuando nos descubrimos depositarios de Su confianza.

Que Dios las siga acompañando y sosteniendo a ambas.

Abrazo grande Edit

Paz y Bien

Ricardo

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