Ayes de la desgracia



Para el día de hoy (26/08/13):  
Evangelio según San Mateo 23, 13-22



(El Evangelio para el día de hoy nos trae palabras duras -durísimas- del Maestro, tan distintas en apariencia de las expresiones plenas de bondad de las Bienaventuranzas. 
Pero en ambos casos, se trata de la misma dinámica del Reino, del tiempo nuevo y definitivo de la Gracia, aún cuando sus ecos duelan y molesten. Bendito sea el malestar que provoquen.

Sus palabras son válidas para todos nosotros, y especialmente para aquellos que tienen funciones jerárquicas o de conducción; en el caso de su tiempo, los destinatarios primeros eran los escribas y fariseos, guardianes celosos de la ortodoxia religiosa del pueblo.
Ellos habían desvirtuado por completo la fé de Israel, transformando un camino de liberación en una carga insoportable para los creyentes, interponiendo mil muros entre las gentes y su Dios, un Dios al que dibujaron inaccesible, lejano y cruelmente castigador. Y como si eso no fuera suficiente, se aprovechaban de su posición y prebendas en su propio beneficio material, colocándose impiadosamente varios escalones por sobre el resto del pueblo. 
Ese elitismo -y no el supuesto castigo que ellos adjudicaban a Dios- sería su misma ruina.

Porque el poder, cuando no es servicio, es un ídolo al que se rinde culto sin importar el hermano.
Y no hay tarea más imperiosa ni más urgente que cuidar a los pequeños, a los débiles, proteger a los que no pueden defenderse, y sobre todo, servir.

El servicio es la clave a partir de la cual se puede transformar la historia.
El servicio es expresión de la caridad, sintonía perfecta de la Gracia.

Todo lo que se aparte de ello, de este peregrinar hacia la vida plena que nos ofrece Jesús de Nazareth, es origen de todas las des-gracias, negación rabiosa de una Gracia que se nos ofrece incondicionalmente)

Paz y Bien

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