Del sepulcro blanqueado al templo vivo



Para el día de hoy (28/08/13):  
Evangelio según San Mateo 23, 27-32



(Clara y taxativa, comoes toda voz profética, es la denuncia que hace Jesús de Nazareth respecto de dirigentes religiosos de su tiempo, y las actitudes de éstos a través de los tiempos. Es que ellos no sólo han hecho de la apariencia externa una cuestión primordial, sino que bajo ese cariz piadoso y puro se esconde algo peor que la nada misma.

Sepulcros blanqueados los nombra, tumbas hermosas de ver pero que sólo pueden alojar la muerte y la degradación. Tumbas humildes, tumbas monumentales, tumbas reluctantes, todas son hogares de lo muerto.
Ello se agrava cuando esas tumbas con piés cumplen funciones de conducción o liderazgo del pueblo: su único destino es lo mismo que llevan por dentro, y diseminan mortandad y dolor bajo apariencias pietistas y de rigurosidad religiosa.
Y en lo social y en lo político la brecha es la misma, pues para todo hay una igual raíz, los corazones de los hombres. Por ello en lo social y en lo político los sepulcros blanqueados son los cultores de la corrupción en todas sus formas, expresiones de la degradación, de lo que vá royendo la vida, de lo que demuele cualquier asomo de una existencia mejor, tumbas que niegan con desprecio militante toda justicia y toda solidaridad, por más que en sus formas expresen anhelos de progreso y reivindicaciones masivas.
Sólo esparcen dolores, sólo transmiten injusticias.

Desde la Resurrección de Jesús, toda tumba deviene inútil porque la vida ha de prevalecer, con todo y a pesar de todo. Así entonces, es imprescindible afirmarse en el testimonio y la ofrenda de los mártires que en su profecía que nos han precedido antes que en lo luctuoso de sus sufrimientos.

La vida ha de prevalecer, y todos, sin excepción, hemos sido llamados a ser templos vivos del Dios de la vida. Por ello el culto primero comienza en la compasión, en la misericordia y en el socorro ejercidos para con el prójimo.

Hemos de desertar de todo sepulcro, por más blancura que destelle. Es imperioso transformarnos en alegres renegados de toda corrupción, un paso cada día a favor de la justicia y la libertad)

Paz y Bien

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