Pentecostés, fin y comienzo


Solemnidad de Pentecostés

Para el día de hoy (19/05/13):  
Evangelio según San Juan 20, 19-23


(Ellos estaban encerrados. El miedo y el temor llevan a cerrar puertas y a tapiar ventanas que brinden falsas seguridades, espacios escasos y a identificar a todos los que están fuera de esa cueva aparentemente fraternal como enemigos y amenazas, peligros a eludir, gentes de la cual es preciso defenderse.
Así nos pasa, y así le pasa a la Iglesia cuando se encierra en sí misma y sólo permite que el miedo sea su combustible y sustento. Así le nacen discriminaciones y odios y se le apaga el coraje.

A pesar de todo, aún cuando los oscuros agoreros del tiempo detenido dicten que todo debe detenerse en un momento acotado, aún cuando la resignación campee en muchos corazones, nada impedirá que se llegue a nuestras existencias la presencia viva y redentora del Resucitado.

Algunos dirán que es una aparición fantasmal, producto quizás de ciertos anhelos o trampa de la psiquis. Digan lo que quieran. Allí están las marcas de los clavos romanos, la herida de la lanza violenta, su rostro lacerado. Es el Crucificado que ha muerto -sindicado como un delincuente-, pero contra todo pronóstico ha resucitado, ha vuelto a la vida para siempre.

Pentecostés es fin, Pentecostés es comienzo.

Pentecostés es el fin del desencuentro de Babel, de esa imposibilidad de entenderse y comprenderse que se ha impuesto desde una soberbia que crece con ínfulas de alcanzar un cielo determinado. Es el final de la diáspora de los corazones y de que la humanidad no pueda tener Buenas Noticias desde la identidad única de cada pueblo. Es el fin del no se puede, el destierro de las resignaciones.

Pentecostés es comienzo de una comunidad que es recinto amplio, árbol frondoso con espacio para todos los pájaros, fruto nuevo y fragante de liberación, es paz, es justicia, es memoria. Es empuje que barre nuestros miedos, es coraje, es fuerza, es dinamismo, es la esperanza de los pobres, el viento que derriba los encierros, la vida que fecunda a María, a la Iglesia, a las comunidades temerosas.

Pentecostés es Dios viviendo en nosotros, cada mujer y cada hombre templos vivos y latientes del Dios de la Vida)

Paz y Bien

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