Misión, carisma y tareas en común


Para el día de hoy (12/01/11):
Evangelio según San Marcos 1, 29-39

(Es el hogar de sus amigos, morada humilde de pescadores, casa de Andrés y Pedro.
Por los cánones de su época, la suegra de Pedro seguramente estaba resignada a su suerte, esperando la muerte en silencio; mujer, anciana y enferma -para esos tiempos y tristemente, para éstos también- son características muy poco favorables, y que casi necesariamente conducen al destrato y al olvido.

Pero llega Jesús: nada será igual, lo increíble e inesperado -faz de eso que llamamos milagro- sucede.
En un gesto de ternura y solidaridad -flores primeras del Reino- el Maestro se acerca, la toma de la mano y la hace poner de pié.
Inmediatamente, su salud queda restablecida, es una mujer sana que se pone a servir: allí, acontece el Reino y su signo es precisamente ése. La liberación es pascua, paso de la servidumbre al servicio.

Lo que nos transmite el Evangelista Marcos debe ser signo y símbolo para todos nosotros: hemos de tener en cuenta todos y cada uno de los detalles, especialmente los más pequeños -dicen que allí encontramos a Dios-.
La curación de la suegra de Pedro sucede en el interior de la comunidad primera, dentro del hogar de los discípulos, y es señal cierta del misión, el carisma y las tareas en común que le son características a los que siguen al Maestro, todos y cada uno de nosotros, esta familia que llamamos Iglesia.

Acercarse al que sufre, tomar la mano del excluido, levantar al que está caído al borde del camino. Arrimarse y fundirse con los que están doblegados, animarse a tocar con las propias manos una realidad a menudo tan dura y agobiante que es preferible mirar hacia otro lado, tener el coraje de prestar auxilio para que tantos que están al margen de toda vida puedan ponerse de pié, en integridad y libertad.

Cuando resignamos -todos y cada uno de nosotros, la Iglesia- la solidaridad y el servicio en pos de otros intereses, cuando se abdica el ponerse abierta y expresamente en el lugar del pobre y del lado del oprimido, el Reino no acontece y se reniega de la Buena Noticia de Jesús.

Quizás debamos volvernos con Él, a momentos de soledad y oración, a mirarnos a la luz de la sinceridad y la verdad y redescubrirnos hijos y amigos con una tarea y misión en común a todos, que se expresa de múltiples maneras pero que tiene la misma raíz: Dios es Padre y Madre, y por ello somos todos hermanas y hermanos)

Paz y Bien

2 comentarios:

Angelo dijo...

Importante reflexión en el momento que recordamos a los muertos del terremoto de Haití. ¡Muchos lo han olvidado, la generosidad se acabó y el interés se apagó! Los cristianos debemos estar siempre alerta y solidarios para el que sufre cada día.
Un abrazo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Angel, no podemos ni debemos dormirnos... estar atentos al regreso del Maestro en el rostro de cada hermano necesitado
Un abrazo para tí y tu familia en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

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