Montañas en movimiento


Para el día de hoy (08/08/09):
Evangelio según San Mateo 17, 14-20

(Se le acercó un hombre y, a sus pies, le rogaba que curara a su hijo; llega a Jesús porque los discípulos no habían podido curarlo.
El hijo, de acuerdo a lo que nos detalla la Palabra, sufría de epilepsia; y una patología tal en esos tiempos era considerada de origen perverso, de causa demoníaca.

El muchacho sufría por partida doble: la pesada carga del sufrimiento físico y psicológico y también el peso de la exclusión, dado que por ser considerado su estado consecuencia del obrar de Satanás, todos se alejaban de él.

Y tanto para los discípulos como para la gente allí reunida, el joven enfermo es el símbolo de todo aquello que es malo y que no puede subsanarse por las limitaciones propias de la capacidad humana.

Quizás, antes de seguir leyendo este pasaje del Evangelio, podemos presuponer que el Señor lo iba a curar sin más trámite.
Pero el Maestro nos sorprende por la contundencia de sus palabras.
Taxativo, acusa de la poca fé de los presentes, y en especial, de los discípulos -aún así, no deja al enfermo abandonado a su suerte...aún cuando escasea la fé, Él actúa-

Los discípulos no son capaces de entender -y probablemente, muchos de nosotros tampoco- el poder y el alcance ilimitado de la fé.
Porque como nos enseña el Maestro, desde la pequeñez de la fé contenida en un granito de mostaza se pueden poner montañas en movimiento.

Somos capaces de levantar descomunales montañas hechas de verdades supuestas, construímos ídolos con conveniencias y mezquindades de gran tonelaje, canonizamos rutinas que nos paralizan.

Habrá entonces que tomar algo de coraje.
Porque la fé que se nos ha regalado nunca es quietud, parálisis, limitación.
Este amor que se nos dona, esta fé que llevamos en nuestro peregrinar es movimiento perenne que jamás es circular y centrífugo, siempre es un ir hacia el hermano, ir hacia el Padre.

Habrá entonces que mover esas montañas que hemos levantado con nuestras miserias y que nos separan de los demás y del Altísimo.
Tan difícil no ha de ser.
Jesús viene empujando con nosotros)

Paz y Bien

6 comentarios:

silvina soul dijo...

pase por mi blog,tengo algo para ud...

Salvador Pérez Alayón dijo...

Ocurre que andamos buscando cruces y ocasiones para demostrar nuestra fe. Y la fe se demuestra no provocándola, sino aceptándola. Mover la fe es empezar a aceptar mi vida tal y cual se desarrolla; empezar a activar mi fe es aceptar mi propia situación; la familia que me ha sido dada; el trabajo, el ambiente, los hijos, los hermanos y todos los problemas que ello conlleva. Encender mi fe es confiar que con JESÚS todo eso se puede allanar; todo eso se puede reconducir; todo eso se puede superar; todo eso se puede convertir en circunstancias, que como decíamos en el post anterior, nos sirvan para amar comunitariamente y darnos, como JESÚS, a los demás por amor. Es entonces cuando renacerá la luz y el gozo de sabernos y sentirnos felices y en paz.
Y, todo eso muy bonito, pero cuesta una barbaridad. Por mi propia experiencia y la de algunos que conozco, significa morir y retorcerse en sí mismo. Es, entonces, cuando descubres la necesidad de injertarte en JESÚS para poder superarlo, porque sin ÉL nada somos.
Un abrazo en XTO.JESÚS.

Angelo dijo...

Ir hacia. Esa es la clave. No quedarse estancado en el camino. En ninguno de los que cojamos.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Muchas gracias Silvina por tu delicadeza y generosidad. Un saludo afectuoso. Paz y Bien. Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Salvador, hermano, ya lo hemos conversado y hay que seguir meditándolo: la lucha más fiera es la que se plantea contra el propio ego. Pero todo lo podemos "en Aquél que nos conforta". Un gran abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Así es, mi estimado Ángel...Muy bien expresado, creer en Jesús y vivir su Palabra es movimiento, es salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, en donde resplandece el rostro de Cristo. Un abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

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