¡Oh Dios, envíanos locos!

“Hay hoy demasiados sabios, demasiados prudentes.
Siempre calculando, siempre midiendo.

¡Pensad que pasaría si tuvieran que romper con su mundo,
si sus padres supiesen que nunca alcanzarían una posición honorable,
si tuviesen, aunque fuese por poco tiempo, que vivir en la inseguridad!

¡Oh Dios! Envíanos locos,
de los que se comprometen a fondo,
de los que se olvidan de sí mismos,
de los que aman con algo más que con palabras,
de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin.

Danos locos, chiflados, apasionados,
hombres capaces de dar el salto en la inseguridad,
hacia la creciente incertidumbre de la pobreza;
que acepten diluirse en la muchedumbre anónima
sin pretensiones de colgarse una medalla,
no utilizando sus cualidades mas que en provecho de sus gentes.

Danos locos Señor,
locos del presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores eficientes de los que no cuentan para nadie,
amantes de la paz,
puros en su corazón, resueltos a nunca traicionar,
capaces de aceptar cualquier reto,
de acudir donde sea,
libres y obedientes,
espontáneos y tenaces,
tiernos y fuertes.”

R.P. Fr. Louis Joseph Lebret, OP

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Es curiso, pero creo profundamente en el ESPÍRITU SANTO, y no porque tenga razones videntes y claras, sino por la Palabra del SEÑOR que me lo dice, me fío.
Hace un momento dejaba un comentario en "De la mano de Teresa de Jesús" en esta línea. Hace falta riesgo, lanzarse al vacío y recorrer el camino de nuestra vida en la inseguridad y en la búsqueda del encuentro. Salir de la Casa del Padre, donde se está cómodo, establecido, instalado, cumpliendo lo que el PADRE dice, pero no, realmente, su Voluntad. Sólo en el experimentar la pobreza, material y espiritual, el dolor, el compartir la adversidad, los sufrimientos, no buscados, sino que la vida se encarga de ponernos, podemos vivir el encuentro con el SEÑOR. En ese sentido todos debemos experimentar la vivencia del hijo prodigo. No hacerlo puede dejarnos instalados, cómodos, rutinarios y hasta contentos y satisfechos. Y en la satisfacción, creo, DIOS no se encuentra. Hace falta coger el camino de la Cruz para llegar a ÉL. Luego en ÉL todo será diferente y eterno.
¡Ah!, procura enlazar de nuevo el blog, pues creo haber arreglado el problema del feed y saldrá actualizado como están los otros. Muchas gracias por tu reflexión, ayuda a caminar, y un fuerte abrazo en CRISTO.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

La Resurrección de Cristo, su victoria sobre la muerte que obtuvo para nuestra salvación, implicó primero cargar la cruz con fidelidad extrema, aún con el alma desolada -¡Padre, porqué me has abandonado!... Porque con cruces y dolores, el Espíritu nos sostiene y es nuestra alegría. A veces -y debería hacerlo constantemente- debo preguntarme si uno no vive prisionero de la rutina porque es cómodo, porque no se arriesga, porque no dá el salto definitivo, como un niño confiadamente en brazos de su Padre.
Hermano, agradecidísimo por tus palabras y tu reflexión, te envío un fraternal abrazo en Cristoy María, pidiendo para vos y los tuyos los dones y la alegría del Espíritu de Jesús.
Paz y Bien
Ricardo

PD: actualicé el enlace de tu blog...ahorasi, anda todo bien!

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