Que el Dios de la vida y la paz nos purifique de todo mal















Para el día de hoy (13/02/19):  

Evangelio según San Marcos 7, 14-23








La lectura que nos presenta la liturgia del día no versa exclusivamente sobre los alimentos aptos o permitidos, ni tampoco sobre los criterios de pureza e impureza a aplicar en nuestras vidas y a utilizar como parámetros para juzgar a los demás.

Expresa, ante todo, la miopía espiritual de la dirigencia religiosa del tiempo del ministerio de Jesús de Nazareth, que adjudicaban a causales y circunstancias externas todos los problemas que suceden y el pecado de manera exclusiva, y a partir de allí estructurar toda una serie de ritos vanos para eliminar las potenciales contaminaciones.

La raíz del mal, de lo impuro, de la injusticia ha de hallarse primero en las honduras del corazón humano, y cuando ello se invierte, se corre el riesgo de cierta autosuficiencia religiosa en donde Dios es un ídolo distante que se manipula mediante la acumulación de actos piadosos regulados.

Es menester creer, confiar y trabajar.

En la dinámica asombrosa de la Gracia, tiempo del Reino, es Cristo quien purifica y libera los corazones con su infinita misericordia, un Cristo que sana y salva.
Por él y para Él todo adquiere un nuevo sentido profundo pues todo se orienta hacia Dios y al hermano desde la caridad, donde el rito primordial es la compasión.

Que el Dios de la vida y la paz nos purifique de todo mal.

Paz y Bien

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