La humildad de la sal, el sabor de la existencia














Para el día de hoy (28/02/19):  

Evangelio según San Marcos 9, 41-50









La lectura que hoy nos convoca tiene que ver con la reciprocidad, con la concordia, con el cuidado del otro y que otra manera de vivir y otro mundo son posibles, lejos de cualquier utopía pues se trata de una fé que se encarna en la cotidianeidad.

El Maestro se identifica plena y absolutamente con los suyos, de tal modo que quien reciba a uno de los suyos en su nombre a Él le recibe, y si le rechaza y desprecia, a Él le rechaza. En los ojos del hermano encontramos la mirada del Señor.

En esa propedéutica de presencia y cuidado tienen un lugar destacado y fundamental los pequeños: con ello no se refiere específicamente a los niños, sino a los que son como ellos. En aquel tiempo, un niño carecía de voz propia y derechos, era poco menos que un humano incompleto y en todo dependía de los demás. Por ello, los pequeños son los débiles, los humildes, aquellos que fé incipiente, un pequeño brote del que se espera a su tiempo propicio buenos frutos.
Él se vale de una hipérbole, que es una figura literaria exagerada tendiente a destacar en el que escucha la idea principal, merced a una imagen fortísima. Sin embargo, la misma hipérbole resalta la importancia de su afirmación: el cuidado de los pequeños implica el evitar convertirse en escándalo -skándalon- piedra de tropiezo para ellos. Mejor es morir ignominiosamente que menoscabar una vida así.

Tal vez no sepamos mensurar las consecuencias del pecado. Lejos de cualquier ánimo punitivo -Dios es un Padre que nos ama-, pecado es quebranto, ruptura, muerte, negación de Dios y del prójimo. De allí el énfasis que Cristo pone para regir nuestras vidas por la Gracia y en la Gracia de Dios.

Aún con las consecuencias gravísimas del pecado, las buenas acciones también tienen consecuencias, a menudo inadvertidas. A veces en los gestos más simples, en las acciones más sencillas resplandece el amor de Dios y brota el Reino.

Ésa es la sal de la vida. Brindarle sabor a la existencia, que dé gusto vivirla en plenitud, y guardarla con afán de toda corrupción, cuidándonos desde el servicio para mayor gloria de Dios.

Paz y Bien

1 comentarios:

Walter Fernández dijo...

Que sepamos ser Sal Señor🙏 paz y Bien

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