Sacudirse el polvo de los pies








14º Domingo durante el año

Para el día de hoy (03/07/16):  

Evangelio según San Lucas 10, 1-12. 17-20





El Domingo pasado, cuando meditábamos el Evangelio de ese día, contemplábamos el envío de unos mensajeros a tierras samaritanas y cuyos esfuerzos respecto de la tarea encomendada resultan infructuosos. Si bien el contexto y la enseñanza respecto al día de hoy son distintos, el núcleo de la misión entre esos enviados y los setenta y dos de la lectura de hoy confluye en ir por delante del Maestro preparando el camino, pues su llegada es inminente.

Es tarea de precursores, y en cierto modo la misión cristiana nos refiere siempre a la figura y ejemplo de Juan el Bautista, allanando la huella y en humilde servicio para que las miradas se posen en Él.

La misión es testimonial y es veraz. Para el derecho judío, la validez de un testimonio debía estar avalada por dos testigos para que dicho testimonio tuviera un carácter legal y verídico, y de allí que los mensajeros sean enviados de dos en dos. Pero también hay un mensaje tácito que nos indica que la misión nunca es individual y que tiene un carácter comunitario: se trata de la identidad misma de una Iglesia que no se encierra, que sale a los caminos en las prisas del Reino aquí y ahora, y por ello no hay que llevar bastón, pues el hermano es mi bastón y soy, a su vez, el apoyo de mi hermano para que no caiga ni tropiece.

La urgencia se corresponde con la aparente pobreza de medios. Ello será ilógico a los ojos del mundo, pero se trata de confiar en la Providencia y de no aferrarse a nada que retrase los pasos o que desmerezca la misión.
Porque se nos envía en medio de lobos, de lobos voraces y brutales a veces, y otras tantas a las fauces de lobos tan peligrosos como los otros pero más sutiles, persecutores de guante blanco y formas en apariencia civilizada que pretenden diluir el compromiso en pos de la corrección política que no moleste, que nada cuestione, un Evangelio acotado a los templos que nada tenga para decir, una religiosidad de los domingos desencarnada de lo que acontezca a su alrededor.

Ir en contra de la corriente. Es una bendición la misión, milagro de confianza de Dios puesto en los discípulos y misioneros, todos nosotros.

A menudo habrá que sacudirse el polvo de los pies.
Como primera impresión, el gesto dice de un símbolo de repudio y castigo postrero, quédense ustedes con su rechazo y aguanten las consecuencias. Pero se trata más bien de quitarse de encima -y sobre todo, del corazón- esas actitudes de rechazo de la Buena Noticia, de exoneración de la paz. Porque aún a los que dicen que no y que nunca, también hay una esperanza y un tiempo ganado, y es que el Reino de Dios está cerca, está aquí, tan cerca que se encuentra al alcance de cada corazón.

Que sea Su voluntad, que sea la justicia, la salud y la paz.

Paz y Bien

1 comentarios:

ven dijo...

La misión es testimonial y es veraz. Dejémonos tocar, pues, por la fuerza del Hoy de Cristo! Y..., «quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo, Gracias, un gran saludo en Cristo Jesús.

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