La ruptura que se vuelve comienzo





Nuestra Señora del Carmen

Para el día de hoy (16/07/16):  

Evangelio según San Mateo 12, 14-21



En la lectura que nos brinda la lectura del día, lo tácito, lo que apenas se manifiesta y se acapara a los murmullos y los chismes sectarios, sale a la luz con la fuerza misma de un odio que parece ser devastador.
Si bien no está aquí, en el texto inmediato anterior el Maestro sana a un hombre de mano paralizada en la reunión en la sinagoga, en pleno Shabbat.

No hay semánticas en juego: es un evidente gesto de bondad, un bien concreto y tangible que realiza Jesús de Nazareth. Sin embargo, para los escribas y fariseos se trata de una terrible infracción a la ley que impera, un delito que no puede pasarse por alto. Por eso se confabulan en talante de acabar con el Maestro, de suprimirlo definitivamente. El Evangelista Marcos añade también que a este conciliábulo infernal se suman también los herodianos, conjunción de religión y política, palacio y altar.
Una espantosa tendencia que se repite a través de la historia, enarbolar banderas de muerte en nombre de Dios.

Este escenario desata la persecución abierta que desembocará en los hechos de la Pasión. Pero también implica una ruptura definitiva entre la enseñanza del Maestro y el sistema sinagogal, pues la decisión de matarlo supone su excomunión.

En cierto modo, hay un desplazamiento inadvertido que sólo es perceptible desde una mirada de fé, y es que lo sagrado ha sido desalojado de los Templos. Lo santo ya no habita los edificios de piedra y fasto, lo sagrado destella en plenitud en la persona de Cristo, templo y Dios.
El pueblo, las gentes más sencillas -los pequeños- lo saben antes que se lo enseñen, y por eso acuden en peregrinación hacia Él, santuario vivo y palpitante del amor de Dios. Todos son sanados, y no se trata de una contabilidad de sesgo cristiano, sino más bien del corazón inmenso de Cristo que prodiga el bien a todo aquél que acude en su busca, sin pedirle credenciales, a pura bondad y gratuidad. Allí hay un sitio para todos y cada uno de nosotros, para poner a sus pies todas nuestras miserias, todo lo que nos lastima, lo que nos doblega, lo que nos duele, con una tenaz confianza de liberación, con un feliz rescoldo de justicia.

Aún así, a veces la euforia gana baldosas. La psicología es precisa al respecto, a menudo la euforia es sólo la contracara de la depresión, es decir, la máscara de problemas que no se han resuelto. Aquí también pasa algo similar: a pesar del bien que se ha recibido, es menester permitir que la fé madure, que tenga raíces firmes, que tenga su proceso de crecimiento y maduración, y luego sí, anunciar con voz clara el paso salvador del Redentor por nuestras vidas. 

Toda la historia se encamina hacia Él, toda la historia encuentra en Él sentido y se consumarán los tiempos en el encuentro definitivo, como también estos escasos días que somos se magnifican a la eternidad de su mano.

Paz y Bien


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