Caminantes sin descanso



San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia

Para el día de hoy (30/09/15): 

Evangelio según San Lucas 9, 57-62



La lectura para este día nos ubica en Samaria, y la escena presagia conflictos: el rabbí galileo, acompañado de esos discípulos tan judíos como Él, atraviesa el territorio de los despreciados samaritanos, cuya inquina era recíproca. Pero hasta en esos sitios en donde nada bueno puede acontecer ni esperarse, allí puede haber también nuevos discípulos.
La enseñanza, tácitamente expresada, se dirige ante todo a los propios discípulos: la convocatoria salvadora del Maestro es universal, no se acota a un grupo o a una comunidad única, ni la Buena Noticia se adjudica exclusivamente a unos pocos. La catolicidad, en el sentido más pleno del término, aquí se refiere.

Pero se trata de la vocación cristiana, del discipulado, de la maravillosa radicalidad transformadora del Evangelio. No son suficientes las buenas intenciones.
Se trata de vivir con Cristo y vivir como Cristo. Por ello los discípulos serán otros Cristos que caminan sin descanso, y nó simpatizantes ni adherentes que por cumplir determinadas pautas religiosas tienen todo resuelto.

El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. La afirmación estremece y esclarece con fulgurante deslumbre: la vida cristiana es dinámica, no debe acomodarse, no es algo acabado a lo que se ingresa y ya no es necesario más. Vida y amor implican movimiento cordial perpetuo, la semilla de la eternidad que germina y cuyos brotes es necesario cuidar para que crezcan y den frutos abundantes por las asombrosas bondades de esa semilla primera.

Se trata de dejar atrás la muerte, se trata de que el pasado sea historia, pues la Salvación acontece en tiempo presente, en el aquí y ahora. No hay que mirar atrás, no hay que aferrarse vanamente a pasados gravosos ni a las opiniones laxas de otros; arar la existencia es el manso esfuerzo esperanzado desde la conversión, que abandona las muertes del hombre viejo, del pecado, y sigue a ese Cristo por los senderos de la Gracia, a la luz de la Resurrección.

Paz y Bien

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