Ventanas a la eternidad



Para el día de hoy (23/07/15):  

Evangelio según San Mateo 13, 10-17



Más que una técnica pedagógica o una metodología de enseñanza, las parábolas eran el medio del cual el Maestro se valía para revelar a las multitudes la realidad absoluta del Reino de Dios presente ya entre ellos.
Así, mediante ejemplos tomados de la vida cotidiana -todas cuestiones que esas gentes vivían a diario-, el Maestro les iba abriendo paulatinamente ventanas a la eternidad.

Por eso nadie hablaba como Él, con tal autoridad que refería a la trascendencia amorosa de Dios. Pero a su vez, mediante las parábolas nos vamos desprendiendo de cualquier presunción vana de automaticidad..
Todo tiene su tiempo, su crecimiento y su maduración, y aunque no haya lapsos tabulados, en cambio sí hay momentos de crecimiento que no se replican cuantitativamente pero nos igualan en humanidad, en ascenso más allá del fango.
La realidad de Dios es demasiado inmensa y abrumadora como para observarla de frente, como al sol, a riesgos de enceguecernos. Cristo es el puente por el que podemos entrever el rostro pleno de Dios.
Toda semilla ha de crecer a su debido tiempo, para brindar frutos buenos. Así sea la Palabra con nosotros.

Sin embargo, los discípulos se extrañaban de que a la multitud Jesús les enseñara mediante parábolas, y a ellos nó. Ellos bebían de las fuentes mismas del misterio.
Porque ser discípulo es, ante todo, compartir el pan y la vida con Cristo, la propia existencia transformada y fecunda por el paso salvador de Dios.
 
De cualquier modo, las parábolas siguen estando allí como ramas fragantes del árbol santo de la salvación, pues la Palabra de Dios es Palabra de vida y Palabra viva, y continúa el Maestro, ofreciéndonos ventanas extraordinarias para asomarnos al infinito.

Paz y Bien

1 comentarios:

pensamiento dijo...

Toda semilla ha de crecer a su debido tiempo, para brindar frutos buenos. Valorar el tiempo como un tiempo de Dios y para El. Buscar hacer de nuestra vida una ofrenda de alabanza y de adoración al Padre por amor

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