Ruptura y encuentro




Para el día de hoy (18/07/15):  

Evangelio según San Mateo 12, 14-21


La escena con la que nos encontramos hoy en el Evangelio del día sucede a continuación de la sanación del hombre de la mano paralizada por parte del Maestro, en pleno Shabbat.
Esa acción bondadosa, que es signo del amor de Dios, es tomada por las autoridades religiosas como una afrenta y una blasfemia, por lo que esos hombres empiezan a buscar la forma de acabar con el Maestro. Más aún, por el Evangelista Marcos nos enteramos que a esos trajines se suman también los herodianos, es decir, la religión y la política se mancomunan para arrancar de cuajo la vida de ese rabbí galileo.

Ello significa, en la práctica, su excomunión y la ruptura definitiva entre Jesús de Nazareth y el sistema sinagogal de su tiempo, dominado por una ortodoxia que a todos quiere someter y que se aferra, entre otras cosas, a la idea de un dios violentamente severo, distante, dios de unos pocos puros que desparrama a miles de impuros cultuales.

Precisamente, al encuentro de todos esos dispersos y excluidos sale el Señor, Dios mismo que interviene en la historia al rescate de los pequeños, de los olvidados, de los descartados.
Esas multitudes tan grandes como doloridas lo saben, y lo siguen. Y Él a nadie deja ir sin su bendición, su salud, su Salvación.

El mandato estricto de no propalar o difundir estas acciones responde a varias cuestiones raigales.
Por un lado, todo corazón debe crecer y madurar en la fé para reconocer al Cristo, al Salvador en Jesús de Nazareth. Lejos de su corazón sagrado quedan los exitismos vanos, las exaltaciones propias de la euforia pasajera.
Por otro lado, ha de cumplirse el tiempo propicio, ni antes ni después, en el que el Hijo del Hombre sea elevado a puro amor en la cruz, y que resucitará de entre los muertos. No será el odio que le profesan sus enemigos los causantes del momento cúlmine, sino su libertad absoluta y su entera fidelidad al Padre.

Hombres con mirada profunda, los profetas, supieron atravesar los velos de los siglos y descubrir que ese tiempo santo llegaría, la Salvación aquí y ahora entre nosotros, un juicio de Dios que antes que castigo significa ofrenda de eternidad para todas las naciones, que se restaurarán en la justicia y en la esperanza, fuentes santas de la paz.

Paz y Bien

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