Vía Dolorosa



Para el día de hoy (28/09/13):  
Evangelio según San Lucas 9, 43b-45


(La Vía Dolorosa es el recorrido que se atribuye, históricamente, a las estrechas calles de Jerusalem en la Ciudad Vieja por donde la tradición narra que Cristo cargó la cruz hacia el Calvario, sitio final de la Pasión y su Crucifixión. En base a ello, la Iglesia ha establecido desde hace muchos años el Vía Crucis -camino de la cruz- como momento de reflexión y oración, en quince estaciones, de los sufrimientos y el sacrificio del Maestro.

Pero más que un puntual recorrido físico o geográfico, la Vía Dolorosa es un itinerario espiritual de Jesús de Nazareth. 
En el culmen de su fama, con todos los favores del pueblo tras Él, con las esperanzas de las gentes depositadas en su persona, a los suyos -a los verdaderamente cercanos, es decir, a los que comparten su existencia y enseñanza- les revela con crudeza que no es el Mesías que todos esperan. Es bien distinto, opuesto, un espanto y un escándalo que, por cierto, no pueden llegar a abarcar ni a comprender. 

La Vía Dolorosa de Jesús no se realiza solamente por callejuelas de Jerusalem, sino que comienza mucho antes, en la soledad de la incomprensión y el rechazo, en esa violencia que deviene inevitable. Inevitable no por circunstancias imposibles de torcer, sino por la fidelidad total al proyecto y al amor de su Dios Abba, su Padre.

En sus hombros cargará los estigmas de los excluidos, los impuros, los pecadores y los enfermos a los que se acerca, toca, abraza, levanta. En sus hombros porta los odios enconados de los poderosos. Sus espaldas se arquean por el reniego de los discípulos, que no admitirían hasta la Resurrección a un Mesías pobre y ajeno a las glorias mundanas, un epítome del fracaso, un ejemplo exacto de todas las derrotas.

Y esa Vía Dolorosa, quizás, se prolongue mientras nosotros, como hermanos suyos en esta familia-Iglesia, no reneguemos alegre y abiertamente de cualquier idolatría falaz de éxitos y victorias, mientras sigamos siendo sustento -involuntario y a veces no tanto- de pompas y poderes que se imponen, mientras no abracemos la misericordia, mientras consideremos la existencia como propiedad absolutamente privada y nó como ofrenda en nuestras manos para la vida y la libertad de los que amamos)

Paz y Bien

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