Señor del sábado



Para el día de hoy (07/09/13):  
Evangelio según San Lucas 6, 1-5



(En los tiempos del exilio y la cautividad en Babilonia, el pueblo de Israel tuvo la urgente necesidad de aferrarse a sus costumbres y tradiciones para no perder su identidad única. Entre esas tradiciones, estaba la ley mosaica que regía su vida religiosa, aún bajo el dominio babilónico; entre los mandamientos, el Shabbat como día de encuentro para reencontrarse con su Dios y la comunidad, día para la oración, el descanso y la reflexión. Es decir, el Shabbat era un día más que especial, instituido para su propio bien.

Sin embargo, con el transcurso del tiempo y como suele suceder, tradiciones se convierten en traiciones. Normas y preceptos se habían sacralizado por sí mismas -fundamentalismo exacerbado e inhumano-, y así se perdía de vista a Aquél que las había inspirado, y a la vez el para qué.
A tal punto que la observancia de esas normas era causa de opresión, de ahogo espiritual, de rictus amargo, de culto vacío.

En esa sintonía es que se suscita la crítica de los puntillosos fariseos respecto del Maestro y sus discípulos; al atravesar un sembradío, sintieron la punzada del hambre, y con gesto natural arrancaron algunas espigas para poder comer los granos, algo tan simple como una necesidad primaria. Pero para las almas mezquinas, primero están las normas y luego las necesidades, primero el rigor, luego -quizás- la humanidad.

Nosotros también somos cultores de muchos sábados, cualesquiera sea su origen. El sábado del clericalismo, el sábado del templo cerrado a unos pocos, el sábado del dinero, el sábado de la figuración, el sábado de las preeminencias y los títulos, el sábado vacío de compasión y pródigo en olvido del prójimo.

Por Gracia de Dios, Jesús de Nazareth es un santo alborotador. Es Señor del Sábado, de todos los sábados instaurados, para que dejen de golpearnos y aplastarnos, para que prime la necesidad del hermano, para que haya reencuentro fecundo, para que florezca la solidaridad, para volver a reunirnos al calor del Espíritu en estos inviernos de egoísmos y violencias)

Paz y Bien

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