Corazón de Madre, espejo de la Iglesia

Corazón Inmaculado de María

Para el día de hoy (16/06/12):

Evangelio según San Lucas 2, 41-51

(Son un matrimonio joven y pobre, judíos hasta la médula, judíos fieles, quizás el resto de Israel que permanece fiel al Dios de sus padres.
Según la tradición, realizan la peregrinación anual a Jerusalem para la fiesta de la Pascua, habitualmente dos días de estadía y varios de viaje desde la pequeña Nazareth; el Evangelista hace un pequeño distingo, y es que son ellos, José y María, los que deciden subir a la Ciudad Santa, no así su hijo, un Jesús adolescente que por ese tiempo -de acuerdo a los preceptos y a las costumbres- ingresaba ya a la edad adulta social y religiosa.
Por ese distingo, entrevemos una ruptura: ellos cumplen con la tradición establecida y regresan a su querencia, Él decide quedarse, es un hombre en ciernes que decide por sí mismo. Así como vá descubriendo su identidad plena, así también supone que no siempre las tradiciones son buenas y santas y tienden al bien.

Ese muchacho Jesús se rebela en Jerusalem y revela que habrá una Pascua distinta, la auténtica, la fiesta de liberación, regalo de Dios para su pueblo. Por ello mismo se quedará entre los doctores de la ley de ese templo enorme, oyendo lo que enseñaban y haciéndoles preguntas sentado en medio de ellos, no como un discípulo oyente pasivo sino más bien como un par, activo en las cosas que descubre de su Padre. Esos hombres se han apropiado de la Palabra de Dios, y el Espíritu lo empuja a poner en entredicho esa autoridad que ostentan, porque es una autoridad en beneficio propio, que golpea y excluye, un poder que se detenta en desmedro de tantos, una barrera para que el pueblo no acceda como hijas e hijos al Dios de la Vida.

El muchacho estará perdido para los suyos y será reencontrado luego de tres días, en anticipo santo de el desencuentro aparente de la muerte y el reencuentro feliz y asombroso de la Resurrección.

Habla María, y es menester prestarle atención.

Ella expresa su angustia y su desconcierto que son frutos del amor, y que van mucho más allá del reproche pues son fruto del amor. Es ante todo y por sobre todo una Madre dispuesta a lo increíble por el Hijo, por todos sus hijos, aún cuando ese hijo no se corresponda con sus expectativas, aún cuando en ese hijo se asome vuelo propio de alas distintas. Es un amor tenaz que nunca se disipa.

-Tu padre y yo te buscábamos angustiados- es nuestro signo cierto de que Dios es un Padre que nos ama y una Madre que nos cuida, un Dios ansioso por que no se pierda ninguno de sus hijos e hijas.
María expresa con su fidelidad el rostro materno de Dios, y Ella es también espejo de esta familia que llamamos Iglesia, una Iglesia que cultiva en las honduras de su corazón la Palabra del Hijo aún cuando a menudo no la comprenda, dejando que le germine la vida en semilla, haciendo hogar cálido en su corazón y saliendo sin demoras ni vacilaciones en la búsqueda de los hijos extraviados.

En su corazón Inmaculado crecemos, en esa tierra fértil de su ternura se nos crece nuestra esperanza)

Paz y Bien





1 comentarios:

soledad interior dijo...

Sólo puedo decir, gracias por este compartir, que el corazón de María toque el corazón de piedra que cada hombre poseemos y nos de un corazón semejante al suyo, gracias.

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