El privilegio de amar y servir















Domingo 25º durante el año

Para el día de hoy (23/09/18):  

Evangelio según San Marcos 9, 30-37 








Un paso importante en toda reflexión es la superación de la pura letra, de la literalidad superficial. Adentrarse en el mundo de signos y símbolos implica también la decisión de desertar de cualquier fundamentalismo, y en tal sentido signo es una señal inequívoca que nos dirige la mirad, mientras que símbolo -desde esa perspectiva- es una ventana que se nos abre y nos permite asomarnos a la trascendencia.

Siguiendo ese orden de ideas, ciertas cuestiones que se nos ofrecen en la lectura de este día pueden escapar a la impuesta limitación de esa literalidad. Así, casa y camino serán para nosotros mucho más que espacios específicos, y remiten a una realidad mucho más profunda.
En numerosas ocasiones podemos encontrar al Maestro enseñando tanto dentro de una casa como en el andar junto a los suyos por un camino; el Señor tenía especial preferencia tanto por la casa como por el camino como  ámbitos de revelación y encuentro con la realidad de Dios.

La casa será entonces el ámbito familiar de calidez hogareña en donde se espeja la Iglesia -nueva familia, nuevo pueblo-, en la casa surgirá el nuevo culto alrededor del pan compartido y el servicio, la vida que se ofrece. Cuando el Maestro es execrado del sistema sinagogal, ese culto se desarrollará en ese espacio familiar, quizás porque el culto verdadero no pasa por el sitio y las fórmulas sino por los corazones, y es al calor de los corazones donde florece la vida nueva. No podemos pasar por alto, como gratos ejemplos, al hogar familiar de Pedro y Andrés, la restitución de la salud de la suegra de Pedro, las gentes que se agolpaban en la puerta, hambrientas de verdad; tampoco podemos olvidarnos del hogar de Lázaro, María y Marta de Betania en donde el Maestro estaba a sus anchas.
Jesús de Nazareth no tenía casa propia: de niño y de adolescente, su casa era la de su padre carpintero. Ya hombre, su casa será el hogar de sus amigos, allí mismo en donde lo reciban con calidez.

El camino responde a otras aspiraciones más universales; su referencia explícita al movimiento está íntimamente asociada a lo vital y, por contraposición, opuesto a cualquier parálisis mortal. El Señor, que se revela Él mismo camino, abre las aguas, y camino no será solamente la ruta que se anda, sino la existencia que se transforma junto a Su persona.

Casa y camino son decisivos. Las ambiciones erróneas de los discípulos los empujan a equivocar la huella, veredas de poder, de dominio, del ego sin mesura. Aún así, en el nuevo tiempo de la Gracia no se trata de refutar esas posturas, sino de imaginarse mundos nuevos, desde otra mirada amplísima, la mirada de Dios.
Por eso el poder verdadero será el servicio, y esta nueva familia se edifica desde el amor, desde la alegre renuncia al egoísmo, desde la oblación de la propia existencia para el bien de los demás, teniendo por centro de importancia y gravitación de esa familia a los pequeños, a los que no cuentan, a los que nadie vé ni tiene en cuenta. No hay en la familia del Maestro otro privilegio que el de amar y servir.

Paz y Bien

0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba