Domingo de Pascua: Cuéntanos, Magdalena




Pascua de la Resurrección del Señor

Para el día de hoy (27/03/16):  

Evangelio según San Juan 20, 1-9



No ha sido la historia pródiga en justicia para con María de Magdala. Cierta torpe tradición misógina la asocia a una prostituta recuperada de su vida de pecado por el Señor; aún cuando sea de tenor involuntario, tal criterio carece de fundamentos evangélicos. Más cerca en el tiempo, otra hipótesis la ubica como pareja de Jesús de Nazareth, compañera sentimental y madre de un hijo de ambos; fuera de toda precisión histórica, literaria y espiritual, ha tenido por consecuencia un estruendoso negocio literario y fílmico.

El Evangelista Lucas nos acerca cierto perfil, mencionando que la acción de Cristo ha liberado el alma de María Magdalena de siete demonios que la enfermaban. No es un dato menor, discípula que sigue a Cristo por descubrir el paso bondadoso de Dios por su vida.

Pero es el Evangelista Juan quien nos pinta lo verdaderamente importante acerca de ella: se trata de una mujer, entre varias, que acompañaba al Maestro en su ministerio, discípula como el que más, que permanece firme al pié de la cruz, que ama sin desmayos, que se pone en marcha, que no se resigna aún cuando los discípulos la traten como algo menos, como una alucinada que desvaría.

La lectura que nos brinda la liturgia Pascual tiene una dinámica extraña: todos corren, todos andan con prisas.
Sabemos que se trata del primer día de la semana, es decir, que ha terminado el Shabbat, pero hay en el dato un contenido simbólico, es el día novísimo de la nueva creación. María Magdalena se encamina a la tumba de Jesús en plena madrugada, cuando todos duermen, cuando los demás andan en otras cosas. Aunque todo esté oscuro en su alma, aunque el dolor la peine de luto, ella vá decidida allí donde reposa el Maestro que ama, y es ese amor que todo lo anticipa y que configura el alba que está próxima.
Aún perduran las sombras en su corazón, ella busca a un muerto pero a un muerto que ama sin desmayos. Aunque sea sin la Pascua que ella tiene que realizar en su interior, sus pasos la llevan sin vacilaciones al lugar en donde supone se encuentra Aquél que la ha amado primero.
El amor es la clave de la Resurrección.

La piedra enorme que obtura la entrada del sepulcro ha sido corrida, y no se trata tanto de liberar la entrada para posibilitar una improbable fuga desde adentro, sino como señal de tumba vacía, casa inútil de la muerte.
Ella sigue inmersa en la línea del espanto previo, y ese espacio sin cuerpo le indica que se lo han robado, que se lo han llevado sin saber dónde está.
Pero Cristo perdura vivo como bondadoso rescoldo en las honduras de su alma, y la noticia no es para guardársela, ha de ser compartida y comunicada. Ella es discípula y así corre urgente hacia donde están los otros discípulos. Pase lo que pase, suceda lo que suceda, nunca ha de quebrarse la comunión.

Ella es una mujer, y es discípula por la bondad y decisión de Cristo. Sin embargo para los otros, sólo es una mujer, alguien a quien no se tiene en cuenta.
Quizás por la certeza del mensaje, quizás por la pena veraz de sus ojos arrasados por las lágrimas, pero seguramente por el Espíritu que sostiene a la Iglesia, el aviso moviliza y pone prisas a Pedro y al Discípulo Amado. Nunca se puede medir el alcance cordial de un testimonio.

La tradición suele identificar al Discípulo Amado con Juan, Evangelista e hijo de Zebedeo. Algunos exégetas establecen que en realidad se trata de Lázaro de Betania, amigo entrañable de Jesús, redivivo de la muerte y la enfermedad. Sin ánimos polémicos, sólo diremos que cuando los Evangelios omiten los nombres propios tienen una intencionalidad catequética, es decir, que allí deben ir nuestros nombres, y por eso se propone en esta ocasión -humilde y limitadamente- pensar que el Discípulo Amado es la comunidad cristiana, la asamblea de los fieles, pueblo santo de Dios.

Pedro y el Discípulo Amado corren con la urgencia de la esperanza, extraña maratón de misericordia. El Discípulo Amado llega primero precisamente por ello, porque su identidad se resuelve y define desde el amor, porque el corazón del pueblo siempre llega antes que Pedro. Pero a su vez, cede el paso a quien es la roca que confirma y cimenta la fé de los hermanos, y que deberá ser testigo para los hermanos que no podrán visualizar los signos de la muerte en retroceso. El cuerpo no ha sido robado, pues el sudario está cuidadosamente colocado a un costado, como indicando que allí había un cuerpo pero que ahora no hay cadáver que revestir, que los ornamentos funerarios no sirven de nada ni tienen sentido.
Las vendas en el suelo son otra señal, pues ya no hay un muerto al que aferrar a las entrañas de la tierra, un Cristo Resucitado liberado de las garras de la muerte.

Ellos ven las señales y creen en la vida, aún cuando sea una fé germinal, aún cuando deban madurar desde la Palabra hacia la plenitud del Resucitado, la fé pascual de los apóstoles.

Cuéntanos Magdalena lo que has visto. Vuelve a contarnos esa noticia asombrosa de la tumba vacía en medio de nuestros miedos y nuestras noches, para que se nos vuelva a encender la esperanza, para que nos madure la fé, para seguir creyendo y confiando sin abdicar jamás, sin bajar los brazos, sin quedarnos quietos.

Vuelve a contarnos Magdalena lo que has visto, para que todo vuelva a tener sentido, para que nos renazcan todas las alegrías.

Feliz Pascua de Resurrección

Paz y Bien


3 comentarios:

ven dijo...

Gracias, hermoso compartir, ser una pequeña Magdalena portadora de Cristo el Señor,la Resurrección la que nos abre a la esperanza más grande, porque abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno de Dios, a la felicidad plena, a la certeza de que el mal, el pecado y la muerte pueden ser derrotados. Y ello lleva a vivir con mayor confianza las realidades cotidianas, a afrontarlas con valentía y con empeño. La Resurrección de Cristo ilumina con una luz nueva estas realidades cotidianas ¡la Resurrección de Cristo es nuestra fuerza! Muchas, gracias, un abrazo fraterno, Feliz día que Cristo resucitado, este siempre vivo en usted y toda su familia.

icue dijo...

Ricardo, cuanto bien haces publicando la verdadera historia de Jesús, esto llegará a muchos y seguro que alguno seguirá a Cristo, que más podemos pedir?
un fuerte abrazo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Queridos amigos y hermanos ven e icue, que Dios los bendiga y acompañe con su alegría que no tiene fin.

Un fraterno y agradecido saludo en el Resucitado que nos reúne

Paz y Bien

Ricardo

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