Somos templos vivos del Dios de la vida










Para el día de hoy (30/04/18):  

Evangelio según San Juan 14, 21-26




Guardar la palabra de Cristo es fidelidad, escucha atenta, permitir la transformación interior y que esa conversión se traduzca en hechos concretos, tangibles, frutos santos de la Gracia. La fé cristiana es mucho más que un conglomerado de ideas, o un catálogo normativo.
La fé cristiana implica permanecer firmes y fieles al Evangelio, Palabra que se expresa en lo cotidiano para todos aquellos que el único Evangelio que leerán será el de nuestros gestos.


Al Dios que Israel encontraba en la imponente fastuosidad del Templo de Jerusalem, ahora se lo encuentra en la persona de Jesucristo.
El Maestro nos lo enseñó: al Padre se lo adora en Espíritu y en verdad, y por los frutos se conocen la identidad. Por ello el culto primero es la compasión. Abbá Padre de Cristo quiere misericordia antes que sacrificios.

Por eso a Dios no se lo sitúa en un lugar específico, en un templo de piedra. A Dios se le encuentra en Cristo y en sus hermanos, porque la Santísima Trinidad hace morada en todos los hijos, templos vivos y latientes del Dios de la vida.

Innumerables templos andantes que no son cuidados, ni tratados con el debido respeto, templos cuya liturgia primordial es la caridad.

Pero los templos/edificios también tienen su importancia: es la casa en donde la comunidad se reune a orar, celebrar, agradecer, y a una familia se la reconoce por lo que hace y por el talante de su casa.

Que el celo empeñado en los templos de piedra se nos vuelva también un celo inquebrantable en la defensa de la vida, la justicia y la libertad.

Paz y Bien

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