Lo que no se esconde









Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia

Para el día de hoy (15/10/16):  

Evangelio según San Lucas 12, 8-12




Nunca, por ningún motivo, debe razonarse ni justificarse la violencia, la brutalidad para con los mansos, los pequeños, los indefensos.

Se vive en una vorágine de morbosa velocidad, y ello conlleva a la pérdida de sentido, al extraviarnos en la locura cotidiana y así, perder de vista lo importante, lo que cuenta, lo que permanece y no perece.
En esos vertiginosos desvaríos, asumimos que el martirio cristiano se acota a la Iglesia temprana, quizás la imagen de los cristianos en el Coliseo romano. Pero hoy, en este preciso momento, hermanos nuestros ofrendan su vida por fidelidad a la fé que profesan, tal vez en mayor medida en Siria y en una cantidad mucho mayor a los tiempos de los césares. La muerte decidida en algunos escritorios y ejecutadas por las bestias del odio, en nombre de una pretensa fé que elimina al impar, al distinto.

Aún así, con sus templos aniquilados y mancillados, su fé como un blanco fosforescente para que tomen puntería en sus corazones, aún cuando muchos salen de sus refugios a misa y no saben si regresan, aún cuando no hay agua, comida, escuela ni doctor, ellos siguen firmes, frutales, tan íntegros que desarman cualquier análisis menor.
Ellos no esconden su fé, a pesar de todos los peligros evidentes y de los horrores circundantes.
Confiesan al Cristo que ha pasado con vida y liberación por sus existencias y que nunca los abandona.

A pesar de los espantos, el árbol de la Iglesia sigue brindando frutos de santidad por la sangre de los mártires que lo nutren y el Espíritu que la fecunda.

Paz y Bien


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