Inmaculado Corazón de María: hija de Sión, tierra sin mal



El Inmaculado Corazón de María

Para el día de hoy (04/06/16):  

Evangelio según San Lucas 2, 41-51





520 años antes del nacimiento de Cristo, el pueblo de Israel vivía las penurias de la esclavitud, la diáspora y el destierro tras la derrota a manos de sus enemigos; por aquel entonces, la intervención providencial de Ciro, rey de los persas, ocasiona la liberación del pueblo de ese yugo que lo oprimía.

El profeta Zacarías, hombre de Dios e hijo de su pueblo, celebró con gran gozo esa liberación, pues su mirada extensa trasuntaba que a esa Ciudad Santa vendrían todos los pueblos al encuentro de la paz y de la bendición de Dios, y él lo cantaba con júbilo y con trascendencia simbólica a una joven jerosolimitana que denominaba hija de Sión.

A la luz de la Palabra, bajo la claridad del Evangelio, la Iglesia celebra y reconoce en la figura de la hija de Sión a María de Nazareth, Theotokos, la Madre del Señor, que anuncia a todas las generaciones y a todos los pueblos que su Hijo, nuestro hermano y Señor Jesús, trae bendición y liberación de la muerte y del pecado, restaurando la justicia y el derecho, confortanto los corazones demolidos. 

Pero esa celebración no acontecerá bajo los fastuosos ornamentos del Templo, ni tras locuaces festejos superficiales. 
Hay un éxodo cordial y definitivo: a Dios no se lo encontrará más en el templo de piedra, sino en la persona de Cristo, templo vivo del amor de Dios, por el cual cada hombre y cada mujer será a su vez templo palpitante del Espíritu Santo.
María de Nazareth, hija de Sión, es el humilde templo de la Gracia.

Su Inmaculado Corazón es la tierra sin mal en donde siempre arroja frutos santos la Palabra que se recibe y se guarda en sus honduras, en escucha atenta y creciente aún cuando la razón no encuentre demasiado sentido.

Ella es Madre por gestar al Hijo de Dios, por criarlo e introducirlo en la historia de su pueblo. Ella es la primer discípula por su escucha fiel de la Palabra. 
Ella también es Madre por guardar la Palabra y hacerla existencia, diciéndole Sí cada día a la vida que es Dios mismo.

Junto la Hija de Sión celebramos con humilde silencio a la Palabra que ha salido a nuestro encuentro, que se avecina a nuestros días, y que nos dice que Dios no descansa jamás, buscándonos con ansias de felicidad, de paz, de liberación.

Con la Hija de Sión volvemos a saludar cordialmente a todos aquellos que escuchan la Palabra de Dios con atención y la ponen en práctica.

Paz y Bien

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigamos caminando pues junto a María Inmaculada, nuestra Estrella que reluce más que el sol y nos conduce suaviter et fortiter hacia el Corazón Sagrado de Dios en Jesucristo. Un saludo fraterno

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Así sea, Felicitas

Paz y Bien

Ricardo

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