Celebramos la Santísima Trinidad



Santísima Trinidad

Para el día de hoy (22/05/16):  

Evangelio según San Juan 16, 12-15




Hoy la Iglesia celebra el misterio central de la fé cristiana que es el misterio trinitario: celebramos la Santísima Trinidad.
Quizás el distingo principal de esta solemnidad debiera ser el silencio atento, la contemplación de un misterio que sobrepasa toda razón, descalzarnos el corazón frente a la presencia sagrada que nos salva. Ello implica despojarnos de preconceptos, antropomorfismos, ingratitudes, ruidos, y disponernos a la escucha de ese Dios que nos está hablando.

La liturgia expresa la pedagogía cordial de la Iglesia, y por ello esta celebración se ubica en el Domingo siguiente al del bautismo eclesial, la Solemnidad de Pentecostés, Dios que nos habla, nos busca, nos acompaña y siempre se está brindando sin excepciones ni reservas.

En verdad, Dios es un inmenso misterio del que nada podemos decir; a pesar de todos los miles de años de recorrido, seguimos siendo niños balbuceantes. Entre Dios y las creaturas/criaturas hay un abismo insalvable para el hombre.
Aún así, un puente se ha tendido para nuestro bien, Cristo sacerdote, Señor y hermano nuestro.
 
Nos hemos caído del paraíso y no exactamente por accidente. A pesar de ese quebranto inicial y de todos los quebrantos posteriores, el Creador constantemente ha tendido su mano, nos ha salido al encuentro en cada recodo de la historia para el regreso, porque por nuestro propio esfuerzo no llegaríamos a ninguna parte.
Por eso celebramos la Santísima Trinidad. Celebramos a Dios con nosotros, a Dios por nosotros, a Dios en nosotros.

Dios es familia, Dios es comunidad de amor que se comunica constantemente, misterio de amor eterno al que nos conduce el Espíritu de Aquél que vive en comunión absoluta con el Padre y que nos hace partícipes de esa eternidad, verdad que nos salva y nos libera.

Paz y Bien

1 comentarios:

ven dijo...

Que podemos decir de ella si un gran misterio de AMOR y COMUNIÓN,El Padre es quien da, por mediación de aquel que es su Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno. Porque todo lo que es del Padre es también del Hijo; por esto, todo lo que da el Hijo en el Espíritu es realmente don del Padre. De manera semejante, cuando el Espíritu está en nosotros, Gracias ¡FELIZ Y HERMOSO DÍA EN EL SEÑOR!

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