Corazón sagrado en llamas



Para el día de hoy (23/10/14) 

Evangelio según San Lucas 12, 49-53



Puede resultarnos complicada y hasta muy difícil de aceptar esta imagen bravía de Jesús de Nazareth hablando de manera tan apasionada, con su corazón sagrado en llamas, hablándonos de fuego, de crisis, de divisiones. Tan lejano está de esa fotografía que nos hemos hecho a medida, de un Cristo a veces ingenuo, inocuo, pura dulzura sin conflictos.
Porque Cristo es nuestra paz, pero no es nuestro sedante. Nos mueve y con-mueve sin resignarse jamás pero a la vez sin ceder a la tentación de la violencia.

En tanto que seguidores, amigos y hermanos de Cristo, nuestra vocación y nuestro horizonte es el Reino de Dios y la búsqueda incansable e insaciable de la justicia. Y ello apareja choques y riesgos a menudo extremos con los poderes del mundo.

La búsqueda del Reino es entrañable, nace desde las mismas honduras, no admite medias tintas ni tibiezas, fuego puro del Espíritu que nos enciende estas vidas que tanto se nos adormecen. 
Como los dolores de parto, que preanuncian la vida nueva en ciernes, han de existir fricciones y dolores y hasta separaciones, claro que sí. No es que se deseen, quizás se trate de consecuencias necesarias toda vez que nuestros pasos se encaminan a una vida nueva, que implica también relacionarnos con el prójimo de un modo novedoso y santo.

La fidelidad a la Buena Noticia es como una pequeña llama en medio de la oscuridad: pone en evidencia incuestionable el sitio en donde habitan las sombras. Allí está la división primera, que no es acusatoria, sino que es evidencia de quien se pone del lado de la vida y el amor y de todo aquel que supone a los demás como objetos a utilizar en provecho propio, escalones a pisar para ascender, materiales descartables por los que Dios no pasa.

En la Escritura, el fuego es el símbolo de la presencia sagrada.
Quiera Dios que toda la tierra se encienda de estos fuegos. Y que felizmente debamos descalzarnos más a menudo, ante la presencia de Aquél que nunca deja de buscarnos y cuyo rostro resplandece en los más pequeños.

Paz y Bien 

1 comentarios:

pensamiento dijo...

Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor.

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