El profeta rechazado, el repudio a Dios

Para el día de hoy (24/03/12):
Evangelio según San Juan 7, 40-53

(La controversia se ha instalado con toda su crudeza y separa aguas, incluso entre los mismos enemigos de Jesús.
Su vida es totalmente coherente entre lo que enseña y las cosas que hace, nadie ha hablado como Él. El pueblo -aún cuando a menudo se equivoca- sabe que en ese rabbí galileo hay algo más que un simple hombre; Él les habla de un modo distinto, el Espíritu lo impulsa, Él habla desde Dios y Dios se expresa en Jesús.

Estaban también los rechazadores de siempre, esos mismos que reaccionan con violencia a lo que no pueden encasillar y que se escapa de sus torpes esquemas. Son los mismos que en aquel tiempo -y ahora también- al que habla en nombre de Dios lo vituperan, lo repudian con fervor y lo minusvaloran por origen, por pertenencia, porque no es como ellos.
Son los que se encumbran en la torre de castillos de arena, y miran con desprecio a los que consideran que están por debajo de esa pirámide falaz de poder y dominio -los que no conocen la Ley son unos malditos, dirán convencidos-.

Hasta los enviados a detenerle regresan con las manos vacías, confundidos entre las órdenes brutales que han recibido y la luz que han encontrado en ese Hombre y que los encandila de novedad. Nadie habla como Él.

Es menester detenerse en Nicodemo: su postura es sincera y leal, busca la justicia desde lo que sabe y conoce. Todos debemos buscar ansiosos la justicia a partir de lo que conocemos y siempre desde los hechos tal como son.
Sin embargo, Nicodemo aún debe dar un paso más para que su hambre de justicia y verdad sea plena, así como nosotros mismos: hay que nacer de nuevo, hay que renacer desde el Espíritu.

Hoy, aquí mismo entre nosotros, hay mujeres y hombres magníficos que continúan actuando y hablando en nombre y a causa de ese Espíritu que los impulsa, profetas de barrio y profetisas del campo que solemos ignorar y hasta despreciar por su acento, por lo que dice y por como lo dice, y allí hay un gran peligro, el mismo que transitaron los que renegaban del Maestro.

Es que cuando se rechaza al mensaje y se desecha al mensajero, se repudia a Aquél que envía el mensaje, y quizás éste sea el mejor momento para volver a escuchar lo que verdaderamente importa y a quienes no solemos tener en cuenta)

Paz y Bien

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