Destino de libertad


Para el día de hoy (28/03/12):
Evangelio según San Juan 8, 31-42

(Las aguas están separadas, y parece que no hay regreso. Ya está decidida la suerte de Jesús de Nazareth, sólo puede esperarse un horizonte de violencia y cruz: escribas y fariseos, sumos sacerdotes y notables poderosos lo han rechazado, no lo toleran ni lo reconocen como enviado de su Padre.

Ellos se aferran a su pertenencia histórica y racial; les basta con ser cumplidores de reglamentos que han sacralizado, obstinados defensores de una ortodoxia creada por ellos y para ellos en la que no tienen lugar la compasión y la misericordia. Se creen absolutos poseedores de la verdad -como si ésta fuera apropiable- y, por identidad nacional, totalmente libres. Ello supone que no aceptarán jamás al Dios Abbá de Jesús de Nazareth, presos permanentes de sus esquemas y preconceptos, adoradores de un dios hecho a su medida, un dios exclusivo de unos pocos, un dios que a la vez excluye todo lo ajeno y distinto, un dios severo dispensador de premios y castigos, manipulable por la identidad religiosa y una mediocre piedad acumulativa.
Ese dios no es el Dios de Jesús de Nazareth.

La verdad no se detenta por una élite de guardianes de cánones; la verdad se vive, y la verdad no es el conocimiento profundo de una doctrina. La verdad es, ante todo, conocer a Alguien.
Vivimos la verdad cuando conocemos y re-conocemos a Jesús de Nazareth, y en Él descubrimos la eterna voluntad de un Dios que es Padre, un Papá permanentemente inclinado hacia la humanidad, un Dios que jamás descansa por el bien y la plenitud de todas sus hijas e hijos, un Dios del Universo capaz de hacerse hijo, de hacerse vecino, de hacerse compañero, de hacerse prójimo.

En esa verdad de amor y misericordia está inscrito nuestro destino eterno de libertad. Por ello mismo la liberación es ante todo Pascua, paso de la servidumbre de todo lo que nos ata a la tierra prometida de la caridad, del servicio que se hace redención.

Este destino supera largamente una convicción, por profunda que pudiera ser. Se trata de cumplir con una misión a la que se nos ha invitado, la increíble y siempre sorprendente vida en la Gracia, la clave de toda existencia que es descubrirnos hijas e hijos de Dios)

Paz y Bien

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