Sin tiempo ni horarios

Para el día de hoy (04/02/12):
Evangelio según San Marcos 6, 30-34

(Los discípulos regresan de la misión que su Maestro les había encomendado: han anunciado la Buena Noticia, han expulsado los espíritus malos que agobiaban tantas almas. Por eso mismo estaban expuestos a dos peligros ciertos, los efectos del cansancio y el riesgo de una euforia que sólo tiene como distingo lo pasajero, lo fugaz.
Jesús sabe eso, y los lleva con Él a un lugar apartado para volver a reencontrarse y centrarse, para el reposo que reconstituye, para restablecerse en paz y fraternidad. Son obreros del Reino, son pescadores de hombres pero no están sujetos a cumplimiento estricto de horarios prefijados y normas operativas claramente delimitadas; ellos eligieron a partir de la gracia y de su libertad seguir al Maestro y asumir todo lo que implica ser discípulos y misioneros, y desde esa misma libertad se podrán rehacer y reconstituir junto a Él.
Sólo en Él podemos encontrar descanso, y ese descanso será verdadero cuando en la ilógica del Reino nuestro cansancio se transforme en ofrenda y socorro al necesitado, el culto verdadero.

La raíz de todo está en la compasión -com pathos, asumir propio el sufrimiento del otro-. Jesús de Nazareth vive fuera de sí, constantemente volcado hacia el otro, hacia el que padece, hacia el abandonado. La compasión es la expresión pura de la Misericordia que sostiene al universo, y le nace desde sus entrañas: desde esa compasión multiplicará los panes a judíos y gentiles, sanará a la hemorroísa, a la hija de Jairo, a la cananea, al siervo del centurión. La compasión no conoce límites ni fronteras, tampoco horarios.

La compasión del Dios de Jesús de Nazareth es la que nos reune a pesar de todos nuestros desencuentros, la que nos limpia de soledad, la que nos llena los vacíos de dolor, la que nos libera para la vida plena y se nos vuelve bendición y misión)

Paz y Bien


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