De levaduras y abundancias

Para el día de hoy (14/02/12):
Evangelio según San Marcos 8, 13-21

(Las levaduras no estaban aceptadas en la rigidez de la ley de Moisés: implicaban, como fermento, cierto principio de corrupción, de tal modo que si la masa no pasa en el justo término por el horno, se echa a perder totalmente.

Aún así, Jesús se ha asombrado desde niño -ojos plenos de asombro en la sencillez cotidiana- por los efectos de un pequeño puñado de levadura que fermenta una cantidad inverosímil de harina. Sabe que para cambiar las cosas no hacen falta proyectos faraónicos ni imposiciones multitudinarias: el Reino de su Padre crece imparable desde la humildad y la sencillez con fuerza inusitada.

Desde estos supuestos parecería plantearse una antinomia insalvable, y está bien que esto suceda: las cosas del Reino transcurren a través de una ilógica magnífica e insospechada.

Porque ayer y hoy campean las carencias, faltan el pan del sustento diario y el pan que quita el agobio de la soledad y el olvido.
Todo pasa por hacerse pan para el otro, y no es un recurso literario menor, o una mera declamación de deseos: se trata de una realidad concreta, de la vida que se hace abundante y se multiplica a partir del milagro de la solidaridad, desde lo sagrado del compartir.

El Maestro lo había dejado en claro: con pocos panes y pescados alimentó a miles, tanto en Israel como en tierras paganas. La abundancia de la Salvación no se limita a rituales, a geografías ni a pertenencias.

Sin embargo, a pesar de lo contundente de los hechos, los discípulos no terminan de entender, y al igual que ellos seguimos corruptos por ciertas levaduras que nos demuelen.
La levadura de los fariseos, la de la figuración perpetua, la de un dios manipulable a partir de ciertas prácticas piadosas estrictas, la del aferrarse a crueles normas de pureza e impureza en donde el corazón ha sido desterrado.
La levadura de Herodes, la del poder, la de la vida que se lleva por delante, la del fin que justifica los medios, la de la imposición que repudia todo servicio.

Cuando andamos con Él, un sólo pan que se comparte es más que suficiente para desalojar ese hambre que anda agobiando a tantos)

Paz y Bien


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