Para que ninguno se pierda


Para el día de hoy (29/04/09):

Evangelio según San Juan, 6, 35-40

(Seguir los pasos de Jesús no es cuestión discursiva, de deseos, de declamación.
Antes bien, implica ser partícipe de un modo decisivo en la Vida abundante que nos regala.

-Y esa Vida Eterna que nos regala no es cuestión de méritos nuestros, claro que no. Es cuestión de puro amor-

El Maestro nos enseña que es voluntad del Padre Dios que ninguno de sus hijitos se pierda.

Esos hijitos somos nosotros, es toda la humanidad sin distinción ni exclusiones, con sus luces y sombras, con su santidad y sus miserias.
Y somos hijitos -aunque nuestra edad cronológica diga otra cosa- porque Jesús nos ha revelado un gran misterio: Dios es Padre, más aún, Abbá -Papá-.

Jesús nos insiste: -Ésta es la voluntad de mi Padre: que el que vé al Hijo y cree en Él tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día-

-Y yo, mínimo y torpe, debo replantearme todos los días: ver al Hijo es ver al hermano, en especial al hermano humillado, excluído, ignorado. Creer en Él es dar la vida por los demás, de una vez o a cada instante, sin buscar réditos o premios. Mi fé es vana y es desprecio al Amor Infinito del Padre si miro y no veo a mi hermano en sus alegrías y dolores, en su esclavitud y en su liberación. No puedo esperar la Resurrección en el día final si ya estoy muerto en vida...-)

Paz y Bien

4 comentarios:

Francisco Cavada dijo...

Notable reflexión, muy contingente. Felicitaciones.

Éxito para ti. Un abrazo, saludos desde Chile.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Que el Espíritu del Resucitado te ilumine a vos y a los tuyos. Muchísimas gracias por tu presencia y tus palabras. Un abrazo fraterno en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

Salvador Pérez Alayón dijo...

Una de las cosas que más me ayuda a esforzarme en ser humilde es darme cuenta todo lo que DIOS me perdona y me ha dado. Me ha salvado, y encima me aguanta todas mis impertinencias, caprichos, indiferencias, olvidos...etc.
Este se consciente de eso, me empuja a tratar de comprender, de tener paciencia, de perdonar y de dar la vida por los demás, para ganar la vida absoluta de la eternidad. En eso consiste la felicidad, porque en la medida que te das y mueres a ti, experimentas que, en lugar de mirar, vives y resucitas para siempre. Y eso es lo que buscamos, porque somos semejantes a ÉL y ÉL es eterno.
Un abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Lo expresaste mucho mejor que yo, Salvador. Hay que morirse de una buena vez a todo egoísmo para ganar vida para nosotros y para los otros. Un abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

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